Cuentitis aguda

lunes, diciembre 11, 2006

El patito feo (I)

I
ncubando se pasaba las horas muertas la señora pata. Desde su nido veía pasar a todas las vecinas de la granja y les comentaba continuamente cómo iba su puesta. "Pues sí doña pava, unos patitos monísimos que me van a salir. ¿Sabía usted que mi padre, en su juventud, fue artista de cine?". Las señoras ponedoras que había a su alrededor le hacían muchos cumplidos, que si qué redondos que tiene usted esos huevos, que si mirándolos al trasluz se sabrá si son patos o patas, en fin, las conversaciones propias de aves en estado de buena esperanza.
Y llegó finalmente el momento en que los patitos empezaron a romper el cascarón y salieron todos diciendo "cua cua" (porque los patitos otra cosa no, pero lo que es "hablar", nacen sabiendo). Salieron cuatro de los cinco que estaba esperando la palmípeda. El quinto huevo no se habría, y bien gordo que era, por cierto. Asi que la mamá pato siguió empollando, segura de que por el tamaño del huevo, lo menos le saldría un ingeniero. "Éste será mi ojito derecho. Abogado, me saldrá abogado, o médico. Él nos sacará de la pobreza. ¡Y que huevo más enorme! Igual me sale modelo, o artista de cine, como su abuelo, como estas cosas se suelen saltar una generación...".

Qué pacienciaMamá pata perdiendo la paciencia.

"Pues señora pata" - Le dijo otra pata, la más anciana del corral - "Mire a ver no vaya a ser que le hayan cambiado el huevo. A mí, allá en tiempos, cuando el año del hambre, me cambiaron los huevos, ¡me plantaron cuatro huevos de pavo!, ¡no vea, señora pata, lo que me costó enseñarles a nadar! Que disgusto cuando dieron el estiron y les vi aquella papada que les salió. Pero he de decirle, señora pata, que he colocado a los cuatro muy bien y que son los que más se preocupan por mí. Porque ya ve usted el Paco, sangre de mi sangre y pluma de mi pluma y ¡con una pindonga que se me fue!
Un par de días más tarde el cascarón del último huevo se abrió por fin y salió de él el patito más feo que jamás se vio en aquella granja. "¡Ay, qué hijo más hermosote que me ha salido!, no es que sea muy guapo, pero y lo grandote y gordote. Y con esa cabeza tan grande, ¡seguro que se le dan muy bien los números! De todas formas, porque eres mi hijo... ¡pero mira que has salido feo! Menos mal que tu padre no se ha dignado ni a venir a veros a ninguno porque si no me la habría montado... Ahora que para mí que a quien has salido es a la familia de tu padre, porque él dirá lo que quiera, pero que feos que son en su nido. Vamos que su hermano tiene unos patitos horrendos. Y no es por pavonearme, pero que me salgan guapos cuatro de cinco, eso sí que no está mal. Hala nenes, a aprender a nadar." La mamá pata respiró aliviada cuando después de tirarse ella al agua, vio que los cinco patitos iban detrás y todos aprendían a nadar rápidamente. El patito feo no era un pavo sino un patito, aunque feo.

Al agua patosQué bien que ningún patito me ha salido rana.

Ahora que ya sabían nadar todos los llevó a presentarlos en sociedad al resto de animales de la granja. La fealdad del último patito era lo más comentado. La señora pata se indignaba y les contestaba: "Pero es muy cariñoso y tan gracioso". Mientras la mamá pata paseaba, todos sus patitos la seguían en fila india, el patito feo iba el último y todos los animales aprovechaban que la pata no les miraba y le daban patadas al patito feo, y empujones, picotazos y alazos. "¡Mira que eres feo y menudo cabezón que tienes!" "Has salido muy rarito, tu madre estará contenta..." "Ya te podías perder que estás bajando la media de hermosura de la granja". La mamá pata se daba cuenta de que el resto de sus hijos tampoco serían aceptados en sociedad con ese hermano tan feo, asi que ella también empezó a repudiar a su hijo menos agraciado.

Presentación en sociedad¿Y estás segura de que éso es un pato?.

Llegó la chica que daba de comer a las aves de corral y empezó a echar el pienso en el suelo, pero para que el patito feo no comiera, le apartaba con el pie.

lárgateTú, bicho, ¡largo de aquí!.

Pobre patito, todo el mundo le despreciaba y le insultaba, y además era feo. El patito se pilló una depresión de caballo y decidó echarse a correr, largarse de aquel corral donde nadie le quería. "Es que soy tan feo... tienen razón" Y se fue corriendo sin mirar atrás. Llegó al pantano donde vivían los patos salvajes. Cuando los patos salvajes le vieron le saludaron y tras las presentaciones le dijeron: "Pues si que eres feo, sí. Pero nos da igual, mientras no seas de nuestra familia y nos estropees los genes, puedes quedarte con nosotros, nos caes bien. Mira, precisamente teníamos pensado ir al estanque de al lado donde hay unas ganasas salvajes solteras que están muy buenas y que les dicen ¡cua! a todo el mundo. Vente con nosotros, verás como a las gansas no les importa que seas feo." Y los patos salvajes empezaron a alzar el vuelo. En ese momento se oyeron unos disparos de escopeta y todos los patos salvajes cayeron muertos. El patito feo se quedó quieto y asustado, no vio venir a los perros que venían a recoger las piezas de sus amos. Uno de los perros se acercó al patito feo, le olió, se dio la vuelta y siguió la búsqueda de los patos muertos. "¡Qué suerte he tenido! Algo bueno tenía que tener el ser tan feo, ni los perros me consideran presa".

BuaaaaSoy más feo que el Fary comiendo limones.

Otra vez estaba el patito solo, asi que siguió su huida y pasados unos días llegó a una casa de labradores. Hacía tantísimo viento y frío fuera que el patito, helado, decidió colarse en la casa. Allí vivían una anciana con un gato y una gallina. La vieja veía bastante malamente y se pensó que el patito feo era una pata rolliza que le daría buenos huevos asi que le dijo que se quedara a vivir con ellos tres. El gato era el amo de la casa, tenía a la vieja totalmente hechizada con su ronroneo y su pelo suave, tan atontada tenía a la pobre mujer que con un "prrrr" del gato, ella ya estaba haciendo lo que él quisiera. La gallina también tenia bastante poder en la casa, poniendo huevos de calidad, a la vieja la tenía tan contenta y ésta trataba a la gallina como si fuera de la familia. El gato y la gallina vieron que el patito feo podría quitarles el cariño y la atención que la anciana les daba, por lo que decidieron mangonear un poco al pobre plumífero. "Si no sabes ronronear ni poner huevos, mejor quédate a un lado y no molestes. Que mira que eres feo". El patito siempre estaba en su rincón, pasadas unas semanas, el pobre pato tenía unas ganas inmensas de salir a tomar aire puro y nadar. El gato y la gallina no veían sentido a las palabras del engendrito, con el frío que hacía en la calle y lo calentito que se estaba al lado de la chimenea. "No me entendéis" dijo el patito y se fue de la casa, no aguantaba más a los tres muermazos que tenía por compañeros de piso. Encontró un lago y todo contento nadó, buceó y volvió a nadar.

compañeros de piso"Soy un incomprendido de la sociedad"
"Tú lo que eres es feo"


Llegó el otoño y empezó a hacer frío y viento de verdad. El patito lo pasaba muy mal porque debido a su fealdad ningún animal le hacía ningún caso. Un día, mientras nadaba en un estanque, vio que una bandada de aves levantaba el vuelo. Qué animales más bonitos eran aquellos, qué cuellos mas largos y qué plumas más blancas. Eran cisnes pero el patito feo no lo sabía, tampoco sabía hacia donde volaban, pero el piar que tenían le hacía querer volar con ellos. Él no lo entendía, y se sumergió en el agua y cuando salió ya no quedaba ninguno de aquellos animales tan guapos. Qué pena, con lo que le hubiera gustado irse con ellos, pero claro, él era tan feo que seguro que no le habrían aceptado.
Y se presentó el invierno con sus heladas. Con el frío que hacía y el patito sin un nido. Lo que más le gustaba era nadar y siempre estaba metido en el agua, mientras moviera sus patitas estaría calentito... o eso pensaba, pero heló tanto que el estanque se congeló y el patito no podía salir de allí. Tenía las patitas tan frías que no las podía mover. Del frío al pobre pato le dio un vahído. A la mañana siguiente pasó por allí un labrador, sacó al pobre pato del hielo y se lo llevó a su casa. La mujer del labrador consiguió reanimar al patito feo. Los hijos del matrimonio quisieron jugar con el ave, pero el patito se asustó pensando que aquellos demoniajos le iban a hacer daño. Todo asustado empezó a revolotear por la casa, a subirse a la mesa, a tirar todas las cosas al suelo, a mancharlo todo... Lo estaba poniendo todo perdido y la mujer empezó a chillar y a intentar cazarlo, también su prole quería agarrar al pato. Por suerte la puerta de la casa estaba abierta y el patito pudo huir de aquel infierno.

Menudo infiernoEsta familia necesita a supernanny.

El pato pasó el peor invierno de su vida, huyendo de mil peligros y refugiándose del frío como buenamente podía.
Por fin llegó la primavera con música de Vivaldi de fondo. El pato se pudo estirar completamente (siempre andaba encogido porque pasaba tanto frío...), agitó las alas y vio que se elevaba del suelo, en un principio pensó que era un místico como Santa Teresa, pero luego se dio cuenta que era que podía volar. Voló hasta que llegó a un jardín enorme lleno de flores con un estanque lleno de nenúfares. Aterrizó en el agua que era donde mejor se desenvolvía, y vio que se le acercaban unos animales como aquellos que vio unos meses atrás y que eran tan bellos. "Éstos me matan a picotazos seguro, con lo feo que soy yo y lo hermosos que son ellos..." Pero los cisnes le llamaron hermano e insistieron en que no era feo, y le dijeron que mirara su reflejo en el estanque. El patito feo, que nunca quería mirarse en el agua porque sabía lo feo y repulsivo que era, cedió a las peticiones y lo que vio no fue el patito feo y gris, patoso y cabezón que él recordaba que era, sino un bello cisne, tan bello o incluso más que los otros que le rodeaban.
Qué feliz que era el patito feo que ya no era feo, que tenía un grupo de amigos, que era aceptado como uno más. Y encima los niños que se acercaban al estanque le echaban migas de pan para que comiera.

Aceptación¡Cómo no nos van a echar de comer pan, si somos propiedad de la Reina de Inglaterra!.

3 Comentarios:

  • Jo, a mí éste es uno de los cuentos que más me marcó de pequeña.
    Y es que la moraleja del cuento no es "no importa que seas feo, la belleza está en el interior", sino más bien "no importa que seas feo de pequeño, lo que cuenta es no serlo de mayor".
    Así uno se pasa la infancia pensando que de mayor será guapo y aceptado socialmente.

    En éste cuento nadie recibe castigo alguno por discriminar al pato feo por su aspecto...y el patito tampoco hace ascos a aquellos que le aceptan sólo una vez ya no es feo.

    En fin, qué asco de sociedad hipócrita basada sólo en las apariencias.
    Entre éso y las modelos anoréxicas, no me extraña nada que estemos todos acomplejados.

    Por Anonymous Anónimo, el 12 diciembre, 2006 14:21  

  • Ya te cuento. "El patito feo" no es que dé demasiadas esperanzas a los niños feos. Porque es verdad, ¿qué pasa si jamás se te colocan bien los dientes, si siempre eres gordito o bajito? ¡Qué injusticias!

    Por Blogger marijelo, el 14 diciembre, 2006 18:35  

  • nada, hay que reivindicar al patito feo...cambiándole el final.¿Qué tal si al final cocinan a sus hermanos patos a la naranja y a él no, porque como es tán feo da repelús, o si el patito estudia para médico y da con la vacuna de la gripe aviar?

    O simplemente pasa al patito a "La Bella y la Bestia" para que haga amigos...

    Por Anonymous Anónimo, el 15 diciembre, 2006 13:49  

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