El lobo y los siete cabritillos (I)
rase una vez una cabra que tenía siete cabritillos por hijos. Los ocho vivían felices y contentos en una humilde casa donde no había mucho espacio y menos para una familia tan numerosa. Precisamente el espacio fue la excusa que puso el marido de la cabra para largarse de casa, eso y que su señora estaba como una cabra. El caso es que él mismo era un tanto cabroncete. Pero la historia no va sobre el marido de la señora cabra sino más bien sobre sus hijos.
Pues como decía, la mamá cabra se las apañaba bastante bien con toda su prole siempre y cuando ella estuviera cerca, porque cuando los cabritos se quedaban solos montaban el belén. Pero llegó un día en el que la madre tuvo que salir de casa porque necestiba hacer compra e ir al banco a cobrar el cheque que gracias a una orden del juez, su ex-marido le mandaba casi todos los meses.
"Voy a salir un momento de casa, nenes" - Les dijo la madre a los churumbeles - "Os tengo que dejar solos en casa, pero será cuestión de un par de horas. Mira que os conozco y sé cómo las armáis, pero no me queda otra, tengo que salir y será más rápido si no os llevo conmigo, que con lo díscolos que sois todos me cierran el banco."
"Nos portaremos bien, mamá, confía en nosotros" - Dijeron los cabritillos.
"Bueno, confiaré en vosotros, pero en cuanto salga por la puerta, cerrad la puerta por dentro y echad todos los cerrojos. El señor lobo anda por el vecindario y es un tunante que intentará cualquier cosa para engañaros y que le abráis la puerta. Recordad que su voz es muy muy ronca y sus patas son negras. No abráis a nadie. Hasta luego, mis pequeños".
Tras media hora despidiéndose de todos y cada uno de los pequeñuelos, la mamá cabra cogió las llaves, el abrigo y antes de cerrar la puerta tras ella, les recordó las instrucciones a los nenes.
"Que sí, que sí, mamá. ¡Jo, qué pesada!"
En cuanto la cabra se fue, los cabritillos, obedientemente, cerraron la puerta con todos los cerrojos que había, que lo menos eran diez. Y entonces se pusieron todos a alborotar y a disfrutar de su "libertad", venga a saltar en las camas, a subirse a todos los muebles, a comerse las galletas que su madre sólo les permitía comer en el desayuno.
Al cabo de un rato llamaron a la puerta. Los cabritos preguntaron quién era. "Soy el lo... ehem, vuestra madre, que ya he vuelto y os traigo un regalito para cada uno" - Dijo el lobo con su voz ronca, sin hacer falsete ni nada.
"Vamos a abrir, que nos ha traido un regalito" - dijo uno de los nenes.
"Que no, que no, que es el lobo, que tiene una voz muy ronca, no como la de mamá" - dijo otro.
"Igual es que mamá se ha ido al bar a tomar un carajillo antes de venir" - dijo el de más allá.
Se sometió a votación y se decidió por cuatro contra tres, que era el lobo y que no se abriría la puerta.
El lobo, que les había oído toda la conversación, se fue derecho a una tienda de artículos de broma y se compró una botella de helio para hinchar globos y la inhaló. De esta manera suavizó su voz de cazallero y volvió a llamar a la puerta de la casa de los cabritos. Los infantes preguntaron que quién era y él volvió a contestar: "Soy vuestra madre, que ya he vuelto y os traigo un regalito a cada uno". Esta vez su voz sonaba mucho mas fina y apitufada, como la de la señora cabra.
"Vamos a abrir, que nos ha traido un regalito" - dijo el primero de los nenes otra vez.
"¡Espera! Primero nos tiene que enseñar la pata para ver que es blanquita como la de mamá." - y dirigiéndose a quien estaba al otro lado de la puerta dijo: "Enséñanos la patita por debajo de la puerta" (Y no es que la rendija de debajo de la puerta fuera tan enorme que un lobo pudiera meter su pata por ahí, sino que los cabritillos mirarían por la rendija para ver el color de la pata del lobo).
Se agacharon todos los cabritos, juntaron sus cabezas y, como pudieron, miraron por la rendija todos a la vez.
"¡Qué pata más negra! Es el lobo, no es mamá" - dijo un cabritillo que hasta entonces no había abierto la boca.
"A lo mejor es que mamá se ha manchado de barro cuando volvía a casa. Además nos trae un regalito a cada uno."
1 Comentarios:
Mi cuento favorito de enana... Me ENCANTABA que mi viejo imitara la voz ronca del lobo, me cagaba de miedo!! (masoquismo)... Genial adaptación!! ;D
Por Saetabis, el 06 enero, 2009 15:23
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