Los zapatos rojos (y III)
El cuento de "Los zapatos rojos" lo escribió Hans Christian Andersen en 1845. La historia tiene varias de las características del danés: un final no muy prometedor, escenas algo macabras y moralina religiosa.
Andersen no hacía como los Grimm o Perrault, él no recopilaba cuentos tradicionales sino que los inventaba, quizás por eso se note tanto el toque del danés en las historias.
"Los zapatos rojos" aunque como cuento es un poco aburridillo, es un gran relato para los psicoanalistas. Segun Freud los zapatos son un símbolo de deseo sexual (¿y qué no lo es según Sigmund?). El color rojo siempre ha indicado sangre, pecado, peligro. Y todo esto nos lleva a ver a Karen, por su obsesión con los zapatos rojos, como una salida. El hecho de que esté en la iglesia y esté sólo pensando en sus zapatos, nos hace ver que es algo totalmente contrario a la religión en lo que Karen piensa. El que el ángel vengador le suelte la maldición también lleva a pensar que la chica está cometiendo un pecado bien gordo. Aunque en la historia de Andersen el ángel mienta la vanidad, parece una "tapadera" para que los niños que escuchan el cuento no hagan demasiadas preguntas.
Karen empieza a sentir atracción por los zapatos rojos cuando tiene edad de confirmarse. Aunque de pequeña tuvo ya la tentación de otros zapatos, no cayó en ella, quizás entonces no estaba interesada. Pero es cuando empieza a ser adulta cuando se siente realmente atraida, obsesionada y controlada por los zapatos rojos.
La protagonista de la historia ve como única solución a su obsesión el que le corten los pies. La única forma de librarse y olvidarse de sus zapatos.A pesar de no tener ni pies ni zapatos rojos, Karen no puede entrar a la iglesia por su cargo de conciencia y por su pecado (que va bailando en frente de ella con los restos de sus piececillos).
Hablar de zapatos rojos, nos lleva a hablar de Dorothy, la del Mago de Oz. ¿Acaso ella también tenía un deseo sexual en el reino de Oz?.
El final de "Los zapatos rojos" no da muchas esperanzas a la pobre Karen. La historia de Andersen termina con el corazón de Karen llenándose tanto de alegría que se rompe y alma de la chica se va al cielo en donde nadie le preguntará más por los zapatos rojos. No parece que se refiera a que es tan feliz que no cabe en sí de gozo, sino que lo que le pasa a la ex-bailarina-compulsiva es que se muere.
Los finales de Andersen no son los típicos de los cuentos de hadas, puesto que en la mayoría de sus relatos, los protagonistas acaban mal, y no hay un "y fueron felices y comeron perdices" y tampoco suele haber castigo para los "malos".
En "Los zapatos rojos" el malo-malísimo no es un ogro o una bruja, sino el calzado. La historia parece más un cuento de miedo que un cuento de hadas. Existe una película de terror coreana basada en el relato de Andersen.
También existe un largometraje musical británico, algo más ñoño, estrenado en 1948 basado en el cuento de hadas. La "Karen" de esta película es una bailarina de ballet clásico y su calzado son unas zapatillas rojas.
Andersen no hacía como los Grimm o Perrault, él no recopilaba cuentos tradicionales sino que los inventaba, quizás por eso se note tanto el toque del danés en las historias.
"Los zapatos rojos" aunque como cuento es un poco aburridillo, es un gran relato para los psicoanalistas. Segun Freud los zapatos son un símbolo de deseo sexual (¿y qué no lo es según Sigmund?). El color rojo siempre ha indicado sangre, pecado, peligro. Y todo esto nos lleva a ver a Karen, por su obsesión con los zapatos rojos, como una salida. El hecho de que esté en la iglesia y esté sólo pensando en sus zapatos, nos hace ver que es algo totalmente contrario a la religión en lo que Karen piensa. El que el ángel vengador le suelte la maldición también lleva a pensar que la chica está cometiendo un pecado bien gordo. Aunque en la historia de Andersen el ángel mienta la vanidad, parece una "tapadera" para que los niños que escuchan el cuento no hagan demasiadas preguntas.
Karen empieza a sentir atracción por los zapatos rojos cuando tiene edad de confirmarse. Aunque de pequeña tuvo ya la tentación de otros zapatos, no cayó en ella, quizás entonces no estaba interesada. Pero es cuando empieza a ser adulta cuando se siente realmente atraida, obsesionada y controlada por los zapatos rojos.
La protagonista de la historia ve como única solución a su obsesión el que le corten los pies. La única forma de librarse y olvidarse de sus zapatos.A pesar de no tener ni pies ni zapatos rojos, Karen no puede entrar a la iglesia por su cargo de conciencia y por su pecado (que va bailando en frente de ella con los restos de sus piececillos).
Hablar de zapatos rojos, nos lleva a hablar de Dorothy, la del Mago de Oz. ¿Acaso ella también tenía un deseo sexual en el reino de Oz?.
A Dorothy también le van los zapatos rojos.
El final de "Los zapatos rojos" no da muchas esperanzas a la pobre Karen. La historia de Andersen termina con el corazón de Karen llenándose tanto de alegría que se rompe y alma de la chica se va al cielo en donde nadie le preguntará más por los zapatos rojos. No parece que se refiera a que es tan feliz que no cabe en sí de gozo, sino que lo que le pasa a la ex-bailarina-compulsiva es que se muere.
Los finales de Andersen no son los típicos de los cuentos de hadas, puesto que en la mayoría de sus relatos, los protagonistas acaban mal, y no hay un "y fueron felices y comeron perdices" y tampoco suele haber castigo para los "malos".
En "Los zapatos rojos" el malo-malísimo no es un ogro o una bruja, sino el calzado. La historia parece más un cuento de miedo que un cuento de hadas. Existe una película de terror coreana basada en el relato de Andersen.
Red Shoes, 2005.
También existe un largometraje musical británico, algo más ñoño, estrenado en 1948 basado en el cuento de hadas. La "Karen" de esta película es una bailarina de ballet clásico y su calzado son unas zapatillas rojas.
Las zapatillas rojas, 1948.
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