Barba Azul (I)
rase una vez un hombre muy rico que tenía un montón de mansiones y de tierras, también poseía cantidades ingentes de joyas, un par de empresas, unas cuantas vajillas de oro y otras cuantas cuberterías de plata, tenía además media docena de cuentas en Suiza y coches de todas las marcas, tamaños y colores. A pesar de todas estas virtudes, el hombre también tenía una desgracia, su barba era azul y, precisamente por eso, todo el mundo le tenía un tanto de miedo y le encontraban algo repulsivo. También la barba azul era el motivo por el que todo el mundo le llamara Barba Azul.
Barba Azul pidió a una gran dama de alta cuna que le diera una de sus dos hijas en matrimonio. Al hombre le daba igual cual de las dos jóvenes iba a ser su esposa así que la decisión quedó en manos de la señorona y de sus dos hijas. Las chicas no querían casarse con Barba Azul y se pasaban el día discutiendo para ver quién era la se casaría con él. Había algo sospechoso en aquel hombre pues previamente se había casado varias veces y no se sabía nada de lo que había pasado con las anteriores esposas.
Para que se fueran conociendo mejor y tener mejor relación con la familia política, Barba Azul invitó a las dos candidatas, a la madre de ellas, a unas amigas de la familia, a algunos jóvenes conocidos y a un par de vecinas cotillas a que pasaran una semana en una de sus mansiones. Los invitados pasaron una semana de fiesta y jolgorio continuo, venga de cacerías y bailoteos luciendo trajes espléndidos y tacones imposibles. Tan bién se lo pasó aquella semana que la más pequeña e inocente de las dos hermanas (y en parte también debido a los excesos alcohólicos) empezó a ver la barba de su anfitrión menos azul y a notarle un no-se-qué. En cuanto llegaron de vuelta a la ciudad se celebró el matrimonio.
Después de un mes de casados, Barba Azul le dijo a su esposa que debía hacer un viaje de negocios por un asunto de suma importancia, y que se ausentaría de la mansión unas semanas.
"Cariño, pásatelo bién en mi ausencia, come bién y cuídate. Aquí te dejo las llaves de los guardamuebles. Ésta es la llave de la sala donde están guardadas las vajillas de oro y las cuberterías de plata que no usamos todos los días. Y ésta es la llave de la caja fuerte donde está el oro, ésta la de la caja fuerte donde está la plata. Estas dos llaves son las de las cocheras donde se guardan las carrozas y los ferraris. Esta llave es la del cuarto donde están todas las joyas. Todas éstas de aquí son las llaves de las habitaciones de la mansión. Y esta llave pequeñita es la del gabinete de la planta baja, el que está al fondo a la izquierda. En mi ausencia puedes entrar donde quieras, puedes pasearte por todas partes menos por el gabinete, ahí te prohíbo que vayas porque si entras no responderé de mis actos".
Después de que su esposa le prometiera que no entraría en el gabinete, Barba Azul le dio un beso en la frente y se fue en su carroza a atender sus negocios.
En cuanto se quedó la jóven de "Rodríguez", pensó: "¿Y ahora qué hago yo con tantos días sola por delante?...¿Qué puerta abriré primero?. Mmmmhhhh, ya lo sé, me iré a mirar qué es lo que hay en el gabinete porque por algo le he prometido a mi marido que no entraría allí. ¡Seguro que hay un secreto secretoso!"
Asi que la mujer bajó a la planta de abajo y abrió la puerta del gabinete. Al entrar vió que estaba el suelo hecho unos zorros todo lleno de sangre por todas partes. Al mirar a las paredes vio que Barba Azul tenía allí degolladas a todas sus anteriores esposas. ¡Qué hombre mas malvado! Ni tan siquiera se había molestado en limpiar el suelo después de cometer sus crímenes. De la impresión de ver tanto cadáver junto, a la obediente esposa se le cayó la llave al suelo.
... continuará...
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