Cuentitis aguda

sábado, julio 28, 2007

Hermano y Hermana (y III)

Los Hermanos Grimm publicaron su primera versión del cuento Hermano y Hermana en 1812 en su primer volúmen de "Cuentos para la infancia y el hogar" (Kinder und Hausmärchen). Pero la historia de los dos hermanos viene de mucho antes, del siglo XVII para ser más exactos, cuando Giambattista Basile publica su Pentamerón y en él recoge la historia "Ninnillo y Nennella". El cuento de Basile recorre Europa adoptando diversos títulos, hasta ser recogido por los Grimm. Aunque sea un cuento poco conocido y con muchas similitudes con Hansel y Gretel (La casita de chocolate), es Hermano y Hermana el que da nombre a uno de los tipos de cuentos de hadas donde unos hermanos se encuentran solos y/o en peligro y es la hermana quien salva a su(s) hermano(s).


Hermano y Hermana¡Ya te lo dije!.

En este cuento aparecen numerosos clásicos de los cuentos de hadas: niños en el bosque, madrastra que además es bruja, bosque encantado, transformación en animal, la novia/esposa falsa, etcétera.
Según la explicación que Bruno Bettelheim en su libro Psicoanálisis de los cuentos de hadas da a la historia, tanto Hermano como Hermana son los dos una sola persona, no son más que la visión separada de la parte racional (Hermana) y la parte irracional e instintiva (Hermano). Donde se puede ver más clara la distinción racional/irracional de los hermanos es en cómo se comportan cada uno de ellos ante la sed y las aguas encantadas. Mientras que Hermana actúa con sangre fría y aconseja a su hermano no beber de los riachuelos, éste está totalmente guiado por sus necesidades más básicas y quiere beber a toda costa. En el cuento se ve que al menos el chico es capaz de aguantar un poco sus necesidades primarias y el castigo se va suavizando según Hermano va aguantando la sed (de convertirse en un tigre o un lobo, acaba convirtiéndose en un ciervo). Hermano también se guía mucho por sus instintos cuando está ansioso por ir a la cacería que organiza el rey. Es evidente que en la cacería un ciervo puede acabar muy mal, pero aun así ignora los consejos de su hermana y sale al bosque al oir las cornetas.
Por supuesto, y como en todo buen cuento de hadas que se precie, los huerfanitos tienen que sufrir mucho y ser maltratados por una madrastra-bruja que da más puntos al relato. Es a base de golpes como los hermanos toman la decisión de independizarse y salir solos por el mundo. La chica conoce a un rey que le pide en matrimonio rápidamente y con quien se casa. En esta historia el bodorrio no es el fin último al que aspira Hermana, ella se casa a mitad del cuento, sino que la felicidad que persigue es la unión familiar (con su hijo, su hermano y su esposo) o, según Bettelheim, la unión con su otro yo, su yo irracional (pero controlado y transformado en persona nuevamente), para llegar a ser un adulto completo.


Cuidando de su neneLa nodriza presencia un poltergeist.

Otro rasgo común en muchísimos cuentos de hadas (y en éste también) son las series de repeticiones de una situación, generalmente van de tres en tres: tres veces quiere beber Hermano del río, tres veces sale Hermano de cacería, tres veces se aparece Hermana en espíritu para cuidar de su hijo...

viernes, julio 27, 2007

Hermano y Hermana (II)

Enlace a parte (I)

T
an pronto como los cazadores vieron al ciervo con la cinta dorada al cuello empezaron a perseguirle. El ciervo era mucho más rápido que ellos y no podían alcanzarle. Aunque al final del día uno de los cazadores consiguió herirle en una pata. Como el ciervo iba más despacio, pudieron seguirle hasta la casita del bosque y le oyeron llamar: "Querida hermana, abre que ya he vuelto". Vieron que la puerta se abría y se cerraba inmediatamente después de que el animal hubo entrado en la casa.
Los cazadores fueron con el cuento de todo lo que habían visto al rey. Mientras, Hermana estaba muy preocupada por cómo había resultado herido su hermano, y aunque la herida era muy superficial, temía qué pasaría si Hermano volvía a salir a la cacería. Le curó la pata antes de que se echara a dormir.
A la mañana siguiente la herida estaba completamente curada y Hermano, tan pronto como oyó los sonidos de la cacería, dijo: "Debo ir con ellos hoy también, no lo puedo resistir. Tendré cuidado para que no me alcancen, no te preocupes". "Van a acabar matándote y entonces me quedaré sola en el bosque, indefensa. No te dejaré marchar". "Pues entonces me volveré loco y moriré, porque cada vez que escucho el sonido de las cornetas, me da un no se qué por dentro que no me puedo resistir y tengo que salir a la cacería". Hermana vió que no tenía nada que hacer y le dejó ir. Hermano salió por la puerta de la casa dando saltitos cual gacelo, loco de contento.
El rey dió órdenes a sus compañeros de cacería de perseguir al ciervo de la cinta dorada durante todo el día hasta que se hiciera de noche, pero bajo ningún concepto deberían herirle. Los cazadores eran fieles a su rey (que cortaba cabezas si no era obedecido) e hicieron como él dijo. Cuando anocheció, el rey pidió a los cazadores que habían seguido al ciervo hasta la casita que le llevaran hasta aquel lugar. Una vez frente a la puerta de la casita del bosque, el rey llamó a la puerta y voceó: "Querida hermana, abre que ya he vuelto". La puerta se abrió y el rey entró en la casa. Ante sí vió a la doncella más hermosa que jamás había conocido. Hermana estaba un poco contrariada al ver a un coronado en vez de a un astado. El rey, que era algo rapidito para estas cosas, la miró con ojitos tiernos y le dijo: "¿Te gustaría venir a mi castillo y ser mi amante esposa?". "¡Oh, sí!" - contestó ella, que no era más lenta que él. - "Pero mi ciervo debe venir conmigo. No debemos separarnos". "Pues claro, que venga él también y vivamos los tres felices y contentos en el castillo." Así que el rey tomó en brazos a su futura y la subió a su corcel. Hermana tomó el extremo de la cinta dorada que llevaba al cuello su hermano (que acababa de volver de la cacería) y todos juntos se fueron al castillo. Los desposorios se celebraron rápidamente y la pareja de recién casados era feliz. También el cuñado de cuatro patas era feliz pues podía corretear a gusto por todos los jardines del palacio real.


FamiliaLos hermanos son felices viviendo como reyes.

Pero la historia no acaba aquí, no señor. Mientras tanto, la madrastra de Hermana y Hermano, la causante de las desgracias de los chicos, que hasta aquel momento era feliz pensando que Hermana había muerto por un ataque de fieras salvajes del bosque y que a Hermano le habían matado a tiros los cazadores del rey, cuando se enteró del gran bodorrio, se puso verde de envidia y no hacía más que pensar en nuevas maldades con las que hacer a sus hijastros desgraciados otra vez.
La madrastra tenía una hija natural, que era tan mala malísima como su madre y a quien además le faltaba un ojo, y que no hacía más que quejarse de la injusticia de que la boba de Hermana fuera reina y ella no. Su madre le hizo callar y prometió que habría un momento para que las tornas cambiaran.
Y llegó un día en que el rey había salido de cacería para variar y en el que la reina se puso precisamente de parto y dió a luz a un niño monísimo. La madrastra malvada vió la oportunidad que andaba buscando y tomó la forma de una dama de compañía de la reina, corrió a la habitación-paritorio de la reina y le dijo: "Majestad, su baño está listo, verá qué bien le sienta un baño calentito y qué pronto se recupera usted del alumbramiento". La reina, que no estaba para muchos trotes, se dejó llevar hasta el baño. La madrastra y su hija la metieron en la bañera de agua calentita y la encerraron allí sola, en el baño, a cal y canto. Dejaron allí a la reina hasta que se le arrugaron los dedillos y las manos y hasta que finalmente se ahogó.
Una vez que la reina estaba ya muerta, la madrastra hizo que su hija adoptara la forma de la reina. La muy bruja era poderosa con su magia, pero no tanto como para conseguir rehacer el ojo que le faltaba a su hija. La impostora tomó su lugar en el lecho de la reina.
Mientras, el rey, que había oído por ahí que por fin había sido padre, volvió al castillo a ver a su vástago. El rey era un poco despistado y nunca prestaba atención a los pequeños detalles, por eso no se dió cuenta de que a su señora esposa le faltaba un ojo.
A medianoche, cuando todo el mundo dormía, y sólo la nodriza estaba junto al bebé heredero, la puerta de la habitación del niño se abrió y entró la verdadera reina. Tomó al niño en sus brazos y lo acunó, luego lo acostó y lo arropó. Antes de salir, se acercó al ciervo, que dormía en un rincón de la misma habitación (por aquel entonces nadie lo consideraba antihigiénico), y le acarició el lomo. La reina abandonó silenciosamente la habitación. A la mañana siguiente la doncella preguntó a los centinelas de la habitación del delfín si había entrado alguien por allí, pero ellos dijeron que no.


ApariciónAparición "mariana" de Hermana.

Durante muchas noches la madre fue a acunar a su hijo y a acariciar el lomo de su hermano, pero nunca dijo ni una palabra a la doncella, que estaba cagadita de miedo y no había dicho nada a nadie sobre las extrañas visitas (en aquellos tiempos, las reinas no solían ir a las habitaciones de sus hijos y sus ciervos a hacerles cariños). Pero una noche, la visitante se decidió a abrir la boca y dijo: "¿Está mi hijo bien? ¿Está mi ciervo bien? Volveré dos veces y luego que os den". En cuanto la reina salió de la habitación, la nodriza fue corriendo a contarle todo lo que había visto y oído al rey. Éste decidió pasar la noche en la habitación de su hijo para ver qué eran esas cosas raras que contaba su empleada del hogar.
Por la noche, el rey fue a la habitación del bebé y a medianoche volvió a aparecer la reina que dijo: "¿Está mi hijo bien? ¿Está mi ciervo bien? Volveré una vez y luego que os den". La reina acunó y cuidó de su bebé, luego acarició al ciervo y por último se fue de la habitación sin decir nada más. El rey no había podido abrir la boca de lo sorprendido que estaba, y decidió quedarse la noche siguiente también.
Cuando aquella noche la reina volvió a entrar en la habitación de su hijo, dijo: "¿Está mi hijo bien? ¿Está mi ciervo bien? Ya he vuelto una vez y ahora que os den". El rey entonces se levantó del butacón en el que estaba sentado y dijo: "Tú no puedes ser otra más que mi amante esposa". "Sí, soy tu amante esposa" y en ese momento la reina volvió a la vida, tan sana y hermosota como siempre. Le contó a su esposo todo lo que le habían hecho su madrastra y su hermanastra que eran un par de harpías. El rey las hizo detener inmediatamente y tras un juicio justo las condenaron a las dos a muertes horribles: la hermanastra fue abandonada en el bosque donde las alimañas la devoraron y la madrastra fue quemada en una pira en el medio del pueblo. Tan pronto como la bruja fue reducida a cenizas, el hechizo se rompió y Hermano recuperó por fin su forma humana. Y apartir de entonces Hermano y Hermana fueron felices para siempre jamás.

miércoles, julio 25, 2007

Hermano y Hermana (I)

C
ienes y cienes de días infelices y cienes y cienes de palizas por parte de su madrastra hicieron que Hermano le propusiera a Hermana huír de casa. "Ya no aguanto más, Hermana, mira que somos desgraciados desde que se murió nuestra querida madre. Y nuestra madrastra no podría ser peor. ¡Qué lástima que aun no se hayan inventado los servicios sociales! Nuestra madrastra sólo nos da de comer pan del día anterior, unas veces gomoso y otras veces muy duro. ¡Y menudos filetones que le da de comer al perro! A este paso nos vamos a quedar esmirriados. Y no te creas que tenemos muchas esperanzas de llevar una vida mejor mientras vivamos bajo el mismo techo que ella. Y por éso precisamente nuestra única solución es pirarnos de casa. ¿Te apuntas?". Hermana pensaba igual que Hermano y aunque le daba miedo aquello de irse los dos solos por el bosque y más saliendo de casa a las ocho de la tarde, decidió, ¡qué leche!, que se iba con su hermano por esos mundos de dios.
Hermano y Hermana anduvieron y anduvieron. Caminaron durante todo un día sin parar, por colinas y llanos, bosques y montañas. Estaban tan cansados que, como pudieron, se arrastraron al interior de un árbol hueco que vieron en el bosque y se quedaron dormidos ipso-facto, los dos acurrucados uno contra el otro.
Cuando despertaron era ya de día y el sol estaba en lo alto y pegaba a base de bien. "Hermana, ¡qué sed que tengo! Necesito beber agua pero ya" y agarró a su hermana de la mano y la llevó en busca de un arroyo.
La madrastra de los niños no era mala sin más, además era una bruja, no sólo porque le gustara criticar a las vecinas, sino porque también tenía conocimientos de magia negra, de ésa que hace pupa a los niños. Y como había seguido a sus hijastros hasta el bosque y sabía perfectamente por donde se andaban, había lanzado conjuros a diestro y siniestro a todos los arroyuelos de la zona.
Hermano vio un pequeño río y se le hicieron los ojos chiribitas "Ahora mismo voy a beber de este riachuelo de aguas cristalinas, que tengo una sed..." Pero Hermana, que había estudiado idiomas, entre ellos el de los árboles movidos por el viento y el de las aguas que corren por los bosques, pudo entender que el río decía: "Aquel que beba de mí se convertirá en un tigre" Hermana, sabiendo que aquella transformación no se refería al poderío sexual de quien bebiera, gritó: "Oh, Hermano, te suplico que no bebas de esas agua cristalinas o te transformarás en un animal salvaje y me matarás de un zarpazo. Y además te sentirás muy solo porque no hay muchos tigres de Bengala por estos lares". Hermano tenía muchísima sed pero no bebió de aquellas aguas y prometió esperar hasta encontrar el siguiente arroyo.

No bebas de ahíNo bebas de ahí, por la gloria de tu madre.

Llegaron al siguiente arroyo y Hermano se lanzó en plancha puesto que tenía tanta sed que podría encender una cerilla contra su lengua. Pero Hermana volvió a entender lo que decía el riachuelo: "Aquel que beba de mí se convertirá en un lobo". "Oh, Hermano, te suplico que no bebas tampoco de estas agua cristalinas o te transformarás en un lobo y me comerás". "Mira, hermana, que tengo ya una sed que no puedo con mi alma y sólo de ver esas aguas tan cristalinas y saber que es verdad lo que me estás contando me entran los siete males. Pero porque me lo pides así, no beberé agua ni me convertiré en lobo ni te comeré, pero ¡vamos corriendo a ver si vemos otro sitio donde pueda conseguir agua!"
A la carrera, llegaron a un lago de aguas fresquísimas y muy claras y ahora sí que sí a Hermano los ojos se le salían de las órbitas. Y nuevamente Hermana entendió lo que decía el agua: "Aquel que beba de mí se convertirá en un ciervo". "Oh, Hermano, te suplico que no bebas tampoco de estas agua cristalinas o te transformarás en un ciervo y saldrás huyendo de mí". "Corriendo tendría que haber salido ya, tía pesada, que me muero de sed y por pitos o por gaitas no me dejas beber a mis anchas. ¿Sabes lo que te digo? Que si me tengo que convertir en ciervo, que así sea, que voy a beber ya. ¡Qué hermana más plasta que tengo!" Y Hermano bebió el agua más rica y fresca que había probado nunca, y como había advertido Hermana, el chico se convirtió en cervatillo, un cervatillo saciado, pero cervatillo al fin y al cabo.
Hermana lloró y lloró desconsolada por su pobre hermano encantado. Hermano no lloró porque los ciervos no lloran, pero sí que se encontró muy apenado.
"Bueno, no importa" - dijo Hermana completamente recuperada de su incesante llanto - "Nunca te abandonaré y cuidaré de ti para siempre jamás". Hermana arrancó una cinta de su mandil dorado y la ató al cuello de Hermano-ciervo. Anduvieron por el bosque hasta que encontraron una cabaña abandonada pero en perfecto estado. Hermana decidió que sería un lugar ideal para vivir. Apañó una cama con hierbas para que Hermano pudiera dormir cómodamente y todas las mañanas y las tardes, la chica salía al bosque en busca de frutos y nueces para ella y de hierbas apetitosas para su hermano-cervatillo. Por la noche, la chica dormía reclinada sobre el lomo del cervatillo y todo parecía feliz (salvo por el hecho de que Hermano era un ciervo y no una persona).

TransformaciónHermano siempre tuvo problemas con la bebida.

Y pasaron así muchos días bucólicos, hasta que un día pasó por el bosque el rey de aquel condado que había organizado un festival caceril precisamente en aquel lugar. "Tururú" - se oían por todos los rincones del bosque - "Tururú" - las trompetas que llamaban a la caza. Venga follón de perros de presa, de caballos relinchando y de nobles y séquito que se preparaban para la cacería.
Hermano estaba todo revolucionado. "Déjame ir, Hermana, por favor. ¡Qué sonido más atractivo! Déjame ir que me apetece ir a la cacería". "¡¿¡Pero tú eres tonto o eres tonto!?!" Y tanto suplicó Hermano a su hermana que al final ésta tuvo que rendirse. "Vale, pero ten mucho cuidado y, como no tienes bolsillos para llevarte las llaves de casa y con las pezuñas tampoco podrías manejar el pomo, cuando vuelvas por la noche a casa recuerda llamar a la puerta y decir 'Querida hermana, abre que ya he vuelto'. Si no me dices esas palabras no abriré la puerta, que lo sepas". Hermano le prometió que así lo haría y salió todo contento a disfrutar con la cacería.
El rey y los cazadores vieron el ciervo tan hermoso y empezaron a perseguirle, pero por mucho que corrieron no consiguieron alcanzarle. Cuando llegó la noche, Hermano llamó a la puerta de la casita del bosque y dijo: "Querida hermana, abre que ya he vuelto". La puerta se abrió y Hermano entró corriendo derechito a su cama a dormir.

De caceríaDisfrutando de un gran día de cacería.

A la mañana siguiente, se volvieron a oir las trompetas y los gritos de los cazadores. Hermano no podía seguir durmiendo, tenía que salir por el bosque otra vez. "Hermana, abre la puerta que tengo que salir". Hermana abrió la puerta y antes de que Hermano saliera le recordó que debería decir su frase cuando volviera a casa.

... continuará...