Cuentitis aguda

jueves, enero 25, 2007

Las Hadas (y II)

Las Hadas es un cuento (sí, efectivamente) de hadas escrito por Charles Perrault y publicado en su colección "Los cuentos de Mamá Ganso" en 1697. Si os apetece leer el original en francés: Les Fées, pinchad aquí.

PerraultPerrault orgulloso en las Tullerías de París.

Como muy bien apuntaba Di en su comentario, en esta historia parece que se esté empujando a la competencia e incluso el odio entre hermanos (en este caso entre hermanas). Pero según dice Bruno Bettelheim en su libro "Psicoanálisis de los cuentos de hadas", los cuentos de hadas tratan la rivalidad entre hermanos porque los niños sienten esa competitividad hacia sus hermanos y hermanas. Bueno, quizás se pueda aceptar eso. Pero, ¿y por qué es siempre el hermano (aunque generalmente la hermana) mayor el que es mala gente, envidioso y egoista, y el hermano (o heramana) pequeño el que es buena persona, dulce y comprensivo? Pues según Bettelheim, que se diga que es el hermano pequeño el bueno no quiere decir que sea el más jóven sino el más débil. Esto si que no me lo creo, que a quienes somos primogénitos o primogénitas los cuentos de hadas normalmente nos hacen un flaco favor.
Otro tema es la maldita manía que tienen los ilustradores de cuentos infantiles de pintar siempre a la chica buena de rubia y a la mala de morena (menos mal que tenemos a Blancanieves para salvar nuestra reputación).

JoyorroEn un lugar de la Mancha... pdof-pdof....

Pero volvamos a Las Hadas. Aunque en la moraleja del original, Perrault habla de que si las buenas maneras y el hacer el bien es lo que hace que se tenga éxito (o algo así), la historia realmente muestra otra moraleja: Hagas lo que hagas vas a acabar pasándolo mal. Pues sí, parece que no hay solución correcta, cuando una persona (que sea hada de incógnito) te pide que le des de beber, pues harás mal de todas maneras, puesto que te concederá un "don" para que cada vez que hables eches algo por la boca. Porque tanto si se echan sapos como diamantorros mientras se está hablando, la situación no debe de ser nada agradable.

Culebra bastardaCulebra de las muchas que trajo al mundo la hermana mayor.

En la historia se le reprocha todo y más a la hermana mayor (la que echa sapos), pero nadie dice nada del comportamiento de la madre, que si lo analizamos bien parece ser que es quien tiene la culpa de todo. ¡Señora! ¡No muestre esos favoritismos, que se supone que se quieren a todos los hijos por igual!. Además que esta viuda, cuando cree que su hija menor es la culpable de las culebras que salen por la boca de la niña de sus ojos, la echa de casa. Y más tarde, cuando se cansa de barrer las alimañas que escupe su primogénita, también la acaba echando de casa.

El final-dramón del cuento es muy Perrault, la hija mayor se va a un rincón del bosque a morir sola, toma final de culebrón (muy acorde con la chica, por cierto).

lunes, enero 15, 2007

Las Hadas (I)

É
rase una vez una mujer viuda que tenía dos hijas: la mayor de ellas era "clavadita a la madre la pobre" y, como su progenitora, tenía tan mal carácter y era tan egoista y caprichosa que vivir con ella era todo un suplicio. La hija menor, sin embargo, tenía la personalidad del difunto padre y era dulce y amable, una joyita, vamos, y por si fuera poco, también era un bellezón. La madre adoraba a su hija mayor y tenía una tirria a la pequeña que no la podía ni ver, tanto era así que la hacía comer en la cocina y realizar todas las tareas del hogar mientras ella y la hija mayor se hacían la manicura y se esfoliaban (sus grandes aficiones).
Como en aquellos tiempos no había agua corriente, había que ir a por agua todos los días y como la encargada de esos menesteres en casa de la viuda era la hija menor, pues de eso también se encargaba. Y como vivían a tomar vientos, la chica se tenía que recorrer más de media legua para llegar a la fuente más cercana, llenar el cántaro de agua enorme para todo el día y volver a hacerse la media legua de vuelta. La chica tenía unas piernas que ni un corredor de maratón, y unos brazotes de Popeye de tanto levantar peso.
Un día que estaba la hija menor en la fuente, se le acercó una pobre anciana y le pidió que si le podría dar un poquito de agua porque con la artritis y la artrosis que tenía no podía acercarse a beber del caño. "Por supuesto, buena mujer" - dijo la chica, que llenó el cántaro de agua fresca y ayudó a la señora a beber de él. "Muchísimas gracias, niña" - dijo la vieja - "Que sepas que no soy una anciana sino un hada buena (y modesta) que me había vestido así para probar tu amabilidad, y como agradecimiento a tus buenas maneras te voy a dar un don, y ese don será que a partir de ahora mismo, cada vez que hables, de tu boca saldrán flores, diamantes y piedras preciosas". Y diciendo ésto, el hada desapareció.

Hija buena y ancianaY yo te concedo el don de echar flores cuando hables.

Como se había hecho tarde, la jóven apretó el paso y por fin llegó a su casa. Su madre le echó un bronconcio por llegar tan tarde y desatender sus demás quehaceres. "Lo siento pdof-pdof madre" - se disculpó la chica, y según hablaba le salieron de la boca un par de diamantones, dos rosas y tres perlas. "Uy hija, ¿cómo dices?". "Resulta pdof-pdof madre, que cuando pdof-pdof estaba...". "Espera, querida, espera que pongo un cubo aquí debajo de tu boca. Pero sigue, sigue hablando, cuéntale todos los detalles a mamá". La amabilidad de la viuda no tenía límites para con su odiada hija, y es que los diamantes no sólo son capaces de rayar cualquier otra piedra, sino también de ablandar cualquier corazón. La chica contó toda la historia sobre el hada mientras no paraban de salirle flores y joyas por la boca. De vez en cuando paraba un ratito para sacar alguna que otra gema que eran demasiado grandes como para salir solas de la boca al cubo.
"Y pdof-pdof eso es pdof-pdof todo". "Muy bien, hija, por qué no cantas un ratito alguna canción, pero espera, que cambio el cubo antes, mientras voy a ver que hace tu hermana".
La señora fue a hablar con su hija favorita y le dijo que debería ir ella a la fuente y dar de beber agua a la anciana hada que se le aparecería, y así también ella produciría pedruscos brillantes vía oral. "Si hombre, hasta allá me voy a ir yo. ¡No me da la gana!" "¡A callar, mal criada, y a la fuente porque lo digo yo!".
Todo el camino se lo pasó refunfuñando la hija mayor y cuando llegó a la fuente y empezó a llenar el cántaro, apareció por allí una bella princesa ataviada de blanca mantilla que parecía una rosa de té. La princesa le pidió que si por favor le podría dar de beber agua. "Sí hombre, hasta aquí me he venido yo para dar a la señora agua. ¿Que no quieres que se te caigan los anillos? Pues lo llevas claro si quieres que te de yo agua, yo sólo daré agua a la vieja. ¡A beber a morro tocan!" "Pues que sepas que no soy una princesa sino un hada buena (y modesta) que me había vestido así para probar tu amabilidad, y como castigo a tus malas maneras te voy a dar un don, y ese don será que a partir de ahora mismo, cada vez que hables, de tu boca saldrán sapos, serpientes y culebras". Y diciendo ésto, el hada desapareció.

Hija mala y ricachonaY yo te concedo el don de echar pestes cuando hables.

La hija mayor llegó corriendo a casa y cuando su madre le preguntó por lo que había pasado, ella contestó: "Pues verá pbalf-pbaltf madre..." Y mientras la chica decía ésto, le salieron por la boca una culebra y una rana que cayeron al suelo. "Agggg, ¡qué asco!" - gritó la madre - "¿Qué ha pasado? Pero, espera, no mires hacia mí cuando hables, mira hacia allá, por fuera de la ventana". "Pues yo pbalf-pbalf estaba en la pbalf-pbalf fuente..." y le contó todo lo sucedido a su madre, siendo escueta en la descripción porque tanto sapo y culebra saliendo por su boca le daban ganas de vomitar.
La viuda, convencida de que la culpa de lo que le había pasado a su hija preferida la tenía la hija menor, fue a pegarla. La pobre chica huyó de la casa y acabó refugiándose en el bosque. Y como suele suceder en estos casos, por allí precisamente pasaba un príncipe que volvía de una cacería y le preguntó a la jóven por qué estaba allí sola y por qué lloraba tanto. "Pues pdof-pdof verá usted pdof-pdof..."
La chica le contó toda la historia y el príncipe, que vio todos aquellos diamantes, gemas, perlas, rosas y azucenas que estaban a sus pies, se enamoró perdidamente de ella, y no dudó en proponerle en matrimonio y en presentársela a su padre el rey, puesto que no habría problemas de dote si le hacía leer en voz alta Crimen y Castigo.

Príncipe e hija buenaEl príncipe ha ve más que una joya en la chica.

En cuanto a su hermana, se hizo tan insoportable y aborrecible, que su madre, que no podía aguantar más el estar todo el día barriendo sapos y culebras fuera de la casa, acabó echándola del hogar. La chica corrió y corrió y no encontró a nadie que la aguantara ni que quisiera vivir con ella, así que se fue a un rincón del bosque a morir.

domingo, enero 14, 2007

Rapunzel corta por lo sano

Rapunzel se libera de sus ataduras y si el príncipe quiere verla, va a tener que usar otra táctica.

TijeretazoA problemas complicados, soluciones drásticas.

jueves, enero 11, 2007

El lobo y los siete cabritillos (y III)

Otro cuento de los Hermanos Grimm es El lobo y los siete cabritillos. Los hermanos cuentistas publicaron por primera vez la historia de la cabra y su prole en 1812. Si os apetece leer la versión en alemán, podéis pinchar aquí.
Muy interesante es el hecho de que el final de este cuento es muy parecido al final de la "Caperucita Roja" de los Grimm, con operación en vivo y todo.

En "El lobo y los siete cabritillos" la madre cabra deja solos a sus siete churumbeles sin grandes protecciones contra el malvado lobo, que les engaña a los siete y que se come a seis de ellos. Pero analicemos más a fondo el comportamiento de los personajes de esta historia.

Mamá cabra.
Esta buena señora, o mejor dicho cabra, deja a sus chicos en casa. Y aunque les dice a sus hijos que no abran a nadie y les da señas de cómo es el lobo, las que da tampoco es que sean muy descriptivas: voz ronca y patas negras... ¡señora! ¿y no sería mejor enseñar a sus hijos una foto del lobo o la descrición que viene de él en la enciclopedia o en la wikipedia que son mucho más precisas? ¡Y atención que un lobo ártico afónico tendría la voz suave y las patas blancas!
Total que los pequeños oyen campanas pero no saben donde. Y abren la puerta y forman parte de la comida del lobo.
Si la señora hubiera sido más precisa o si hubiera educado un poco mejor a sus nenes nada de ésto habría pasado. Claro que como es una cabra de su tiempo y sabe de cirugía mayor, pues puede salvar a sus nenes.
OperandoLa cabra maneja las tijeras con pezuñas expertas.

Lobo feroz.
Este familiar del lobo soplador de "Los tres cerditos" y del lobo travelo de "Caperucita Roja" también tiene hambre y es capaz de engañar a los cabritillos para poder comérselos a todos. No es que le costase mucho engañar a los siete cuadrúpedos, la verdad es que los chicos son un poco simples.
Las defensas de este lobo son sobrehumanas (o mejor dicho sobrelúpidas) que mira que le practican una operación complicada y sobrevive... aunque al final de la historia muere por un problema de desequilibrio, que nada tiene que ver con su mente o con el oído interno.

Siete cabritillos.
Los nenes de la señora cabra no es que sean muy avispados que digamos. Confían en que si el que llama a la puerta tiene la voz apitufada y la patita blanca, pues ya no es el lobo... Pero aquí no les podemos echar la culpa a ellos, sino más bien a su madre que no se ha preocupado de que sus chicos aprendan un poco antes de dejarlos solos en casa.

DanzaDanza caprina al estilo Ingmar Bergman.

Todo eso de la madre-cabra que dice que trae un regalo a cada uno de sus hijos me recuerda al anuncio del Kinder Sorpresa, que era más o menos igual: la mamá llegaba a casa con ¡tres regalos en uno! Aunque nade que haya escuchado alguna vez el cuento de "El lobo y los siete cabritillos" habría abierto la puerta ni a su propia madre, por mucho Kinder Sorpresa que traiga.