Cuentitis aguda

jueves, diciembre 21, 2006

El lobo y los siete cabritillos (II)

Enlace a parte (I)

D
espués de observar el color de la pata del lobo, otra vez hubo votación y nuevamente se decidió no abrir la puerta. Y otra vez el lobo escuchó toda la conversación. Y se dirigió a casa del molinero a quien pidió que le echara harina por su pata derecha. Como los efectos del helio ya habían pasado, el molinero le tomo en serio y cumplió la orden por miedo a que el lobo le mordiera y le pegara la rabia, el tifus o la gripe aviar, que nunca se sabe. El lobo también tuvo que volver a la tienda de artículos de broma para comprar otra botella de helio y volvió a inhalar el gaseoso elemento.

Molinero siendo atracadoMolinero, la harina o la vida.

Y vuelta a llamar a la puerta de la casa caprina (el canis lupus ya se estaba empezando a mosquear). Los pequeñuelos volvieron a preguntar que quién era y él volvió a contestar con su voz pitufil: "Soy vuestra madre, que ya he vuelto y os traigo un regalito a cada uno"
"Vamos a abrir, que mamá nos ha traido un regalito" - otra vez habló el de siempre.
"A lo mejor es el lobo otra vez, ya nos ha intentado engañar dos veces. Mejor no abrimos"
"Pst, pst" - chistó el lobo desde fuera - "¿por qué no me pedís que os enseñe la patita por debajo de la puerta?"
"Ay, sí, es verdad... a ver, enséñanos la patita por debajo de la puerta" - dijo el que tenía más luces.
Todos se agacharon otra vez y miraron por la rendija de la puerta una vez más.
"Sí, sí, es mamá, que tiene la patita blanca blanquísima y además nos trae un regalito a cada uno"
El lobo ya casi no podía escuchar la conversación porque las tripas le tronaban del hambre que tenía.
"¿Pero tú has visto que uñas tiene?" "Yo creo que no es mamá" "Que sí que es mamá, pero nunca nos habíamos fijado en sus uñas".
Nueva votación y esta vez salió por unanimidad que se abriría la puerta. Cuando la abrieron, ¡ah, sorpresa! Era el lobo que se los quería comer a uno detrás de otro.

¡Es el lobo!¡Horror! ¡A esconderse tocan!.

Los cabritillos se dispersaron y se escondieron donde buenamente pudieron. Al lobo le resultó bastante fácil encontrarles puesto que la casa era pequeña. Agarró por una pata al que estaba escondido debajo de la cama y se lo comió, así, sin masticar ni nada. ¡Para dentro!. Pilló por el pescuezo al que estaba metido debajo de la mesa y también se lo tragó. Y al que estaba detrás de las cortinas también le encontró enseguida y ¡zasca! también se lo comió. El que estaba escondido dentro del cajón de la mesilla de noche y el que se había metido en la ducha también fueron devorados sin contemplaciones. El que se había escondido dentro del microondas también fue a parar al estómago del lobo, que no masticaba, solo tragaba cual boa constrictor.
Si volvéis sobre este último párrafo veréis que el lobo se ha comido sólo a seis de los siete cabritillos. El lobo ni se dio cuenta que le faltaba un jovenzuelo por comerse, estaba lleno hasta arriba, más que si hubiera tenido la cena de Nochebuena después del banquete de boda de un hermano. Así que como buenamente pudo, salió rodando de la casa. Como sospechaba que iba a tener una digestión muy pesada, se fue al prado a dormir la siesta a la sombra de un árbol.
Mientras tanto la mamá cabra por fin volvió a su casa. Cuando vio que la puerta estaba abierta y que estaba todo revuelto dentro de la vivienda se temió lo peor y se puso a llamar a gritos a sus nenes. El más pequeño de sus hijos, el que se había librado de ser parte del festín, salió de dentro del reloj de pared que había en el salón y le contó a su madre todo lo que había pasado.
La señora cabra, preocupadísima por sus chicuelos agarró al más pequeño y se fueron los dos en busca del lobo sin saber muy bien para qué.
La cabra y el cabritillo encontraron al lobo durmiendo a pierna suelta y haciendo la digestión. La señora cabra que recordaba muy bien haber visto el programa "En buenas manos" alguna vez, tuvo una gran idea. Le dijo a su chiquillo que de una carrera se fuera a casa y le trajera las tijeras, hilo y una aguja porque iban a practicarle una operación al lobo. "¿Te traigo un poco de anestesia también, mamá?". "No, hijo, no hace falta, que con lo que ha comido el lobo no se despertaría ni a cañonazos". El cabritillo, que cuando quería era muy bien mandado, en un momento fue a la casa y volvió con todo lo que le había pedido su madre.

siestaLa indigestión de cabrito sólo se alivia con una sencilla operación.

La operación comenzó y mientras la madre iba abriendo en canal al "paciente", el hijo le iba limpiando el sudor de la frente. Cuando acabó con las tijeras empezaron a salir del estómago del lobo uno tras otro los seis cabritillos. Salían sin un rasguño porque ni el lobo había masticado mientras comía, ni los jugos gástricos les habían hecho ningún efecto. Cuando salieron todos, su madre les abrazó (no les dio besos porque estaban un poco asquerositos después de haber pasado por parte del tracto digestivo del lobo) y les pidió que le trajeran piedras que iba a rellenar con ellas el estómago del "bello durmiente". Los chicos obedecieron y le trajeron las rocas. La cabra las introdujo donde antes habían estado sus hijos y cosió primorosamente al lobo. La cabra era muy mañosa y pese a que este tipo de intervención quirúrgica es muy delicada porque es muy fácil que el paciente se pille una peritonitis de aupa, no pasó así. Cuando acabó la fase de sutura, la cabra y sus nenes se escondieron porque el lobo se estaba despertando.
Cuando el lobo se despertó no notó nada extraño, no le dolía la cicatriz ni tenía la sensación de que le hubieran abierto y cerrado la barriga. Lo que sí que notó fue que al andar el estómago sonaba "ploc ploc", pero él pensó que eran los huesos de los cabritillos que chocaban unos con otros. No se preocupó más por ello, ya echaría los restos óseos de alguna manera. También se notó el estómago algo pesado pero pensó que después de tomarse seis cabras pues era normal sentirse pesado. Y como tenía una sed atroz después de tanta comida a palo seco, se fue a un riachuelo cercano a por un poco de agua. Cuando se inclinó para poder beber, el peso de las piedras en su estómago le descompensó el centro de masas y por tanto el equilibrio y se cayó al agua. Con tanta roca dentro, fue a parar directamente al fondo del río.
La cabra y sus hijos, que lo habían visto todo, de puro contento se pusieron a bailar.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

Muerte del loboEl lobo corre peligro de sufrir un corte de digestión.

miércoles, diciembre 20, 2006

El lobo y los siete cabritillos (I)

É
rase una vez una cabra que tenía siete cabritillos por hijos. Los ocho vivían felices y contentos en una humilde casa donde no había mucho espacio y menos para una familia tan numerosa. Precisamente el espacio fue la excusa que puso el marido de la cabra para largarse de casa, eso y que su señora estaba como una cabra. El caso es que él mismo era un tanto cabroncete. Pero la historia no va sobre el marido de la señora cabra sino más bien sobre sus hijos.
Pues como decía, la mamá cabra se las apañaba bastante bien con toda su prole siempre y cuando ella estuviera cerca, porque cuando los cabritos se quedaban solos montaban el belén. Pero llegó un día en el que la madre tuvo que salir de casa porque necestiba hacer compra e ir al banco a cobrar el cheque que gracias a una orden del juez, su ex-marido le mandaba casi todos los meses.
"Voy a salir un momento de casa, nenes" - Les dijo la madre a los churumbeles - "Os tengo que dejar solos en casa, pero será cuestión de un par de horas. Mira que os conozco y sé cómo las armáis, pero no me queda otra, tengo que salir y será más rápido si no os llevo conmigo, que con lo díscolos que sois todos me cierran el banco."
"Nos portaremos bien, mamá, confía en nosotros" - Dijeron los cabritillos.
"Bueno, confiaré en vosotros, pero en cuanto salga por la puerta, cerrad la puerta por dentro y echad todos los cerrojos. El señor lobo anda por el vecindario y es un tunante que intentará cualquier cosa para engañaros y que le abráis la puerta. Recordad que su voz es muy muy ronca y sus patas son negras. No abráis a nadie. Hasta luego, mis pequeños".

Instrucciones precisasLa madre cabra da instrucciones precisas a sus vástagos.

Tras media hora despidiéndose de todos y cada uno de los pequeñuelos, la mamá cabra cogió las llaves, el abrigo y antes de cerrar la puerta tras ella, les recordó las instrucciones a los nenes.
"Que sí, que sí, mamá. ¡Jo, qué pesada!"
En cuanto la cabra se fue, los cabritillos, obedientemente, cerraron la puerta con todos los cerrojos que había, que lo menos eran diez. Y entonces se pusieron todos a alborotar y a disfrutar de su "libertad", venga a saltar en las camas, a subirse a todos los muebles, a comerse las galletas que su madre sólo les permitía comer en el desayuno.
Al cabo de un rato llamaron a la puerta. Los cabritos preguntaron quién era. "Soy el lo... ehem, vuestra madre, que ya he vuelto y os traigo un regalito para cada uno" - Dijo el lobo con su voz ronca, sin hacer falsete ni nada.
"Vamos a abrir, que nos ha traido un regalito" - dijo uno de los nenes.
"Que no, que no, que es el lobo, que tiene una voz muy ronca, no como la de mamá" - dijo otro.
"Igual es que mamá se ha ido al bar a tomar un carajillo antes de venir" - dijo el de más allá.
Se sometió a votación y se decidió por cuatro contra tres, que era el lobo y que no se abriría la puerta.
El lobo, que les había oído toda la conversación, se fue derecho a una tienda de artículos de broma y se compró una botella de helio para hinchar globos y la inhaló. De esta manera suavizó su voz de cazallero y volvió a llamar a la puerta de la casa de los cabritos. Los infantes preguntaron que quién era y él volvió a contestar: "Soy vuestra madre, que ya he vuelto y os traigo un regalito a cada uno". Esta vez su voz sonaba mucho mas fina y apitufada, como la de la señora cabra.

Lobo llamandoEl lobo siempre llama al menos dos veces.

"Vamos a abrir, que nos ha traido un regalito" - dijo el primero de los nenes otra vez.
"¡Espera! Primero nos tiene que enseñar la pata para ver que es blanquita como la de mamá." - y dirigiéndose a quien estaba al otro lado de la puerta dijo: "Enséñanos la patita por debajo de la puerta" (Y no es que la rendija de debajo de la puerta fuera tan enorme que un lobo pudiera meter su pata por ahí, sino que los cabritillos mirarían por la rendija para ver el color de la pata del lobo).
Se agacharon todos los cabritos, juntaron sus cabezas y, como pudieron, miraron por la rendija todos a la vez.
"¡Qué pata más negra! Es el lobo, no es mamá" - dijo un cabritillo que hasta entonces no había abierto la boca.
"A lo mejor es que mamá se ha manchado de barro cuando volvía a casa. Además nos trae un regalito a cada uno."

domingo, diciembre 17, 2006

El patito feo (y II)

El patito más que feo.

El patito feo ("Den grimme ælling" en danés) fue escrito por Hans Christian Andersen (1805 - 1875) y publicado por primera vez en 1843. La moraleja oficial del cuento es: "Poco importa que se nazca en un corral de los patos, siempre que uno salga de un huevo de cisne". Aunque esta moraleja no sé si puede ser tan educativa, porque ¿qué pasa si el patito es feo y nace en un corral pero no ha salido de un huevo de cisne sino de un huevo de pavo como les pasó a los hijos de la pata que da consejos a la madre del patito feo?. ¿Qué pasaría entonces?

familia de patosLas crías de los cisnes son feas de justicia.

Como muy bien puntualiza Di en su comentario, aquí lo importante no es que la belleza esté en el interior (como en "La Bella y la Bestia" de Disney), sino que la belleza esté en el exterior, sobre todo una vez que se es adulto. En la historia también se muestra que, a pesar de que todo el mundo se porta fatal con el patito feo, nadie, absolutamente nadie, es castigado por despreciar a otros por su aspecto físico. Es más, hasta el pato lo acepta y piensa que es normal que le quieran maltratar puesto que es tan feo...

patito feo selloPst, pst, ¿a que nuestro hermano se parece al feo de los Calatrava?.

Se dice que Andersen usa el cuento para hablar de su niñez. Nacido en una familia bastante pobre, siempre se sintió un patito feo. Su madre era alcohólica y su tía era una madame, su medio-hermana era probablemente una prostituta, lo que viene a mostrar el nacimiento de Andersen en un corral de patos. También existía la leyenda de que Hans era hijo del entonces príncipe (y más tarde rey) Christian VIII de Dinamarca, lo que vendría a indicar que nació de huevo de cisne. Parece ser que ésto de la sangre azul corriendo por las venas de Andersen es sólo una leyenda y no hay pruebas de que fuera verdad.
Afeminado en su adolescencia, y más tarde confirmado homosexual (existe correspondencia que así lo demuestra), Andersen se sentía fuera de lugar, y más en su época. Hans trabajó de muy jóven en una fábrica de cigarrillos donde sus compañeros se burlaban continuamente de él, humillándole y haciendo apuestas sobre si el quinceañero era realmente una chica, y bajándole los pantalones para comprobarlo.

Andersen era un patito feoAndersen nunca destacó por su belleza física.

El rey Federico VI de Dinamarca (primo de Chirstian VIII y su antecesor en el trono) se interesó por el jóven Andersen y le mandó a estudiar a la escuela de Slagelse. Allí Andersen tenía prohibido escribir teatro, prosa y poemas. Su profesor le maltrataba para que tuviera un "carácter más fuerte". Como al patito feo, la gente le pegaba por ser distinto.
También existe paralelismo entre la vida de Andersen y el episodio en el que el patito feo se encuentra con los patos salvajes. Andersen no tuvo una vida loca, pero sí que tenía dos amigos: Fritz Petit (quien más tarde tradujo las obras de Andersen al alemán) y Carl Bagger (a quien está dedicado el libro donde aparece "El patito feo"). Estos amigos eran bohemios, bebedores y mujeriegos, y ambos intentaban (sin éxito) que Andersen hiciera lo mismo que ellos.
Aunque Andersen jamás llegó a ser un cisne en cuanto a hermosura (el pobre hombre siempre fue feo), sí que lo ha llegado a ser como escritor.

dos patitos feosAndersen y su patito feo en Central Park (Nueva York).

En el mundo del cine existen muchos patitos feos, que no se convierten en cisnes por cosa de los genes (porque eran feos de nacimiento) sino gracias al bisturí.

Liz HurleyLiz Hurley, un cisne tras muchas horas en quirófano.


La KidmanNicole Kidman, la reinona del botox.

lunes, diciembre 11, 2006

El patito feo (I)

I
ncubando se pasaba las horas muertas la señora pata. Desde su nido veía pasar a todas las vecinas de la granja y les comentaba continuamente cómo iba su puesta. "Pues sí doña pava, unos patitos monísimos que me van a salir. ¿Sabía usted que mi padre, en su juventud, fue artista de cine?". Las señoras ponedoras que había a su alrededor le hacían muchos cumplidos, que si qué redondos que tiene usted esos huevos, que si mirándolos al trasluz se sabrá si son patos o patas, en fin, las conversaciones propias de aves en estado de buena esperanza.
Y llegó finalmente el momento en que los patitos empezaron a romper el cascarón y salieron todos diciendo "cua cua" (porque los patitos otra cosa no, pero lo que es "hablar", nacen sabiendo). Salieron cuatro de los cinco que estaba esperando la palmípeda. El quinto huevo no se habría, y bien gordo que era, por cierto. Asi que la mamá pato siguió empollando, segura de que por el tamaño del huevo, lo menos le saldría un ingeniero. "Éste será mi ojito derecho. Abogado, me saldrá abogado, o médico. Él nos sacará de la pobreza. ¡Y que huevo más enorme! Igual me sale modelo, o artista de cine, como su abuelo, como estas cosas se suelen saltar una generación...".

Qué pacienciaMamá pata perdiendo la paciencia.

"Pues señora pata" - Le dijo otra pata, la más anciana del corral - "Mire a ver no vaya a ser que le hayan cambiado el huevo. A mí, allá en tiempos, cuando el año del hambre, me cambiaron los huevos, ¡me plantaron cuatro huevos de pavo!, ¡no vea, señora pata, lo que me costó enseñarles a nadar! Que disgusto cuando dieron el estiron y les vi aquella papada que les salió. Pero he de decirle, señora pata, que he colocado a los cuatro muy bien y que son los que más se preocupan por mí. Porque ya ve usted el Paco, sangre de mi sangre y pluma de mi pluma y ¡con una pindonga que se me fue!
Un par de días más tarde el cascarón del último huevo se abrió por fin y salió de él el patito más feo que jamás se vio en aquella granja. "¡Ay, qué hijo más hermosote que me ha salido!, no es que sea muy guapo, pero y lo grandote y gordote. Y con esa cabeza tan grande, ¡seguro que se le dan muy bien los números! De todas formas, porque eres mi hijo... ¡pero mira que has salido feo! Menos mal que tu padre no se ha dignado ni a venir a veros a ninguno porque si no me la habría montado... Ahora que para mí que a quien has salido es a la familia de tu padre, porque él dirá lo que quiera, pero que feos que son en su nido. Vamos que su hermano tiene unos patitos horrendos. Y no es por pavonearme, pero que me salgan guapos cuatro de cinco, eso sí que no está mal. Hala nenes, a aprender a nadar." La mamá pata respiró aliviada cuando después de tirarse ella al agua, vio que los cinco patitos iban detrás y todos aprendían a nadar rápidamente. El patito feo no era un pavo sino un patito, aunque feo.

Al agua patosQué bien que ningún patito me ha salido rana.

Ahora que ya sabían nadar todos los llevó a presentarlos en sociedad al resto de animales de la granja. La fealdad del último patito era lo más comentado. La señora pata se indignaba y les contestaba: "Pero es muy cariñoso y tan gracioso". Mientras la mamá pata paseaba, todos sus patitos la seguían en fila india, el patito feo iba el último y todos los animales aprovechaban que la pata no les miraba y le daban patadas al patito feo, y empujones, picotazos y alazos. "¡Mira que eres feo y menudo cabezón que tienes!" "Has salido muy rarito, tu madre estará contenta..." "Ya te podías perder que estás bajando la media de hermosura de la granja". La mamá pata se daba cuenta de que el resto de sus hijos tampoco serían aceptados en sociedad con ese hermano tan feo, asi que ella también empezó a repudiar a su hijo menos agraciado.

Presentación en sociedad¿Y estás segura de que éso es un pato?.

Llegó la chica que daba de comer a las aves de corral y empezó a echar el pienso en el suelo, pero para que el patito feo no comiera, le apartaba con el pie.

lárgateTú, bicho, ¡largo de aquí!.

Pobre patito, todo el mundo le despreciaba y le insultaba, y además era feo. El patito se pilló una depresión de caballo y decidó echarse a correr, largarse de aquel corral donde nadie le quería. "Es que soy tan feo... tienen razón" Y se fue corriendo sin mirar atrás. Llegó al pantano donde vivían los patos salvajes. Cuando los patos salvajes le vieron le saludaron y tras las presentaciones le dijeron: "Pues si que eres feo, sí. Pero nos da igual, mientras no seas de nuestra familia y nos estropees los genes, puedes quedarte con nosotros, nos caes bien. Mira, precisamente teníamos pensado ir al estanque de al lado donde hay unas ganasas salvajes solteras que están muy buenas y que les dicen ¡cua! a todo el mundo. Vente con nosotros, verás como a las gansas no les importa que seas feo." Y los patos salvajes empezaron a alzar el vuelo. En ese momento se oyeron unos disparos de escopeta y todos los patos salvajes cayeron muertos. El patito feo se quedó quieto y asustado, no vio venir a los perros que venían a recoger las piezas de sus amos. Uno de los perros se acercó al patito feo, le olió, se dio la vuelta y siguió la búsqueda de los patos muertos. "¡Qué suerte he tenido! Algo bueno tenía que tener el ser tan feo, ni los perros me consideran presa".

BuaaaaSoy más feo que el Fary comiendo limones.

Otra vez estaba el patito solo, asi que siguió su huida y pasados unos días llegó a una casa de labradores. Hacía tantísimo viento y frío fuera que el patito, helado, decidió colarse en la casa. Allí vivían una anciana con un gato y una gallina. La vieja veía bastante malamente y se pensó que el patito feo era una pata rolliza que le daría buenos huevos asi que le dijo que se quedara a vivir con ellos tres. El gato era el amo de la casa, tenía a la vieja totalmente hechizada con su ronroneo y su pelo suave, tan atontada tenía a la pobre mujer que con un "prrrr" del gato, ella ya estaba haciendo lo que él quisiera. La gallina también tenia bastante poder en la casa, poniendo huevos de calidad, a la vieja la tenía tan contenta y ésta trataba a la gallina como si fuera de la familia. El gato y la gallina vieron que el patito feo podría quitarles el cariño y la atención que la anciana les daba, por lo que decidieron mangonear un poco al pobre plumífero. "Si no sabes ronronear ni poner huevos, mejor quédate a un lado y no molestes. Que mira que eres feo". El patito siempre estaba en su rincón, pasadas unas semanas, el pobre pato tenía unas ganas inmensas de salir a tomar aire puro y nadar. El gato y la gallina no veían sentido a las palabras del engendrito, con el frío que hacía en la calle y lo calentito que se estaba al lado de la chimenea. "No me entendéis" dijo el patito y se fue de la casa, no aguantaba más a los tres muermazos que tenía por compañeros de piso. Encontró un lago y todo contento nadó, buceó y volvió a nadar.

compañeros de piso"Soy un incomprendido de la sociedad"
"Tú lo que eres es feo"


Llegó el otoño y empezó a hacer frío y viento de verdad. El patito lo pasaba muy mal porque debido a su fealdad ningún animal le hacía ningún caso. Un día, mientras nadaba en un estanque, vio que una bandada de aves levantaba el vuelo. Qué animales más bonitos eran aquellos, qué cuellos mas largos y qué plumas más blancas. Eran cisnes pero el patito feo no lo sabía, tampoco sabía hacia donde volaban, pero el piar que tenían le hacía querer volar con ellos. Él no lo entendía, y se sumergió en el agua y cuando salió ya no quedaba ninguno de aquellos animales tan guapos. Qué pena, con lo que le hubiera gustado irse con ellos, pero claro, él era tan feo que seguro que no le habrían aceptado.
Y se presentó el invierno con sus heladas. Con el frío que hacía y el patito sin un nido. Lo que más le gustaba era nadar y siempre estaba metido en el agua, mientras moviera sus patitas estaría calentito... o eso pensaba, pero heló tanto que el estanque se congeló y el patito no podía salir de allí. Tenía las patitas tan frías que no las podía mover. Del frío al pobre pato le dio un vahído. A la mañana siguiente pasó por allí un labrador, sacó al pobre pato del hielo y se lo llevó a su casa. La mujer del labrador consiguió reanimar al patito feo. Los hijos del matrimonio quisieron jugar con el ave, pero el patito se asustó pensando que aquellos demoniajos le iban a hacer daño. Todo asustado empezó a revolotear por la casa, a subirse a la mesa, a tirar todas las cosas al suelo, a mancharlo todo... Lo estaba poniendo todo perdido y la mujer empezó a chillar y a intentar cazarlo, también su prole quería agarrar al pato. Por suerte la puerta de la casa estaba abierta y el patito pudo huir de aquel infierno.

Menudo infiernoEsta familia necesita a supernanny.

El pato pasó el peor invierno de su vida, huyendo de mil peligros y refugiándose del frío como buenamente podía.
Por fin llegó la primavera con música de Vivaldi de fondo. El pato se pudo estirar completamente (siempre andaba encogido porque pasaba tanto frío...), agitó las alas y vio que se elevaba del suelo, en un principio pensó que era un místico como Santa Teresa, pero luego se dio cuenta que era que podía volar. Voló hasta que llegó a un jardín enorme lleno de flores con un estanque lleno de nenúfares. Aterrizó en el agua que era donde mejor se desenvolvía, y vio que se le acercaban unos animales como aquellos que vio unos meses atrás y que eran tan bellos. "Éstos me matan a picotazos seguro, con lo feo que soy yo y lo hermosos que son ellos..." Pero los cisnes le llamaron hermano e insistieron en que no era feo, y le dijeron que mirara su reflejo en el estanque. El patito feo, que nunca quería mirarse en el agua porque sabía lo feo y repulsivo que era, cedió a las peticiones y lo que vio no fue el patito feo y gris, patoso y cabezón que él recordaba que era, sino un bello cisne, tan bello o incluso más que los otros que le rodeaban.
Qué feliz que era el patito feo que ya no era feo, que tenía un grupo de amigos, que era aceptado como uno más. Y encima los niños que se acercaban al estanque le echaban migas de pan para que comiera.

Aceptación¡Cómo no nos van a echar de comer pan, si somos propiedad de la Reina de Inglaterra!.

domingo, diciembre 10, 2006

La Bella Durmiente y Gustavo

Otra vez el reportero más dicharachero de Barrio Sésamo nos trae un reportaje presenciando el momento estelar. Esta vez se trata del despertar de la Bella Durmiente del bosque. Gustavo estuvo alli.


La Bella Durmiente con un despertar un tanto raro.

jueves, diciembre 07, 2006

Cenicienta dominatrix

Cenicienta se ha aprendido el cuento y esta vez, si el príncipe quiere su calzado, se lo va a tener que quitar él mismo.

El otro lado de CenicientaCenicienta ha encontrado un calzado que le va más.

lunes, diciembre 04, 2006

La Bella Durmiente del bosque (y IV)

Vamos a hacer un repaso de los personajes de La Bella Durmiente para fijar conceptos.

Padres de la Bella Durmiente
Aunque la madre es bastante poco activa y es el padre el que tiene la voz cantante, bien pudiera ser que la reina estuviera actuando en la "sombra": "Cariño, prohíbe inmediatamente las ruecas no se vaya a hacer daño la niña". Pero ya sea el uno o el otro, el caso es que el matrimonio como un todo es un poco-demasiado protector con su hija. Tantos años queriendo querer descendencia... Pero ¿y qué deciden hacer cuando se enteran de la maldición de la momia que le ha caido a su niña de su alma? Pues en vez de educarla de tal manera que ella sepa que no debe tocar una rueca cuando cumpla dieciséis años, ¡pues no! Lo mejor es que la chica no sepa ni tan siquiera lo que es una rueca, que viva en la ignorancia que así no le pasará nada. Ay, cuántas Bellas Durmientes hay a quienes sus padres evitaron darles explicaciones y educación sexual y al final, ¡zasca!, embarazo al canto.

príncipe con corséEl príncipe viene deprisa y corriendo porque le oprime el corsé.

Hada vieja
Lo que tiene que aguantar esta pobre mujer en el bautizo no tiene nombre, vamos que ni puro que se lleva. Lógico es entonces que le dé la pataleta y condene a la niña a una muerte por ruecazo. Aunque se le ve ahí la saña cuando lo hace a años vista. Si quieres fastidiar a los que no te han invitado, pues suéltales un borderío en el momento y no hagas una cosa que se cumplirá en dieciséis años. A saber quién se acuerda entonces de por qué la chica está gafada. La venganza es un plato que se sirve frío, y tan frío, dieciéis años esperando en la mesa...

Henry Meynell Rheam"Espero que no note el gazpacho que acabo de tomarme".

Hada jóven
Siendo una aprendiz consigue parar (más o menos) las malas artes del hada ofendida en el bautizo. Aunque no se yo hasta que punto arregla la cosa. "No morirá sino que dormirá durante cien años". Ya me contarás tú de qué le sirve eso a los padres de la nena. Dentro de cien años todos calvos, menos la princesa que serguirá durmiendo. A los cien años los padres ya estarán muertos y enterrados, vamos que a ellos lo mismo les daría el parcheo cutre-salchichero que hizo el aprendiz de hada.
Claro que lo mejor es cuando la chica se pincha el dedo y cae redonda y el hada (ya con titulación) decide que lo mejor es dormir a todo el mundo para que la princesa no esté sola cuando despierte. Y qué más da si los criados, cocineros y demás trabajadores del castillo tienen familia o una vida. Total, ellos son plebe y la durmiente no deja de ser princesa. "Qué raro, las ocho ya y Sebastián sin volver del trabajo, a éste seguro que ya me le han dormido porque la princesa se ha pinchado (oh, gran drama)". Siempre ha habido estatus y estatus.

Panda de vagas¿Qué la princesa se ha roto una uña? Pues todos a dormir otra vez.

Reina madre del príncipe
Pues lo de esta señora también es de echar de comer a parte (un niño relleno). Es demasiado protectora con su hijo y en cuanto ve que una "pelandrusca" le ha quitado a su hijo, pues se la quiere comer. Realmente la relación reina ogra con princesa durmiente es una relación normal suegra con nuera. Porque reconozcámoslo, las suegras siempre han tenido fama de ser unas ogras. Cierto es que en el caso de la suegra de la Bella Durmiente la cosa llega a mayores, que se quiere comer a su propia descendencia, pero saltándose una generación, no se va a comer a su nene bien amado.

balletVerás qué bien que te va a caer mi madre.

Príncipe
Este príncipe más que encantador es desencantador puesto que libera a la Bella Durmiente de su sueño eterno. Un poco enmadrado si que está, que vamos que no tarda ni nada (¡dos años!) en decirle a su madre que se había casado y que tenía un par de churumbeles (¡Vaya un padre!). Y luego, cuando se va de misiones gerreras, ¿deja a caso de regente a su querida esposa? ¡Pues no! Su madre, que madre no hay más que una y a ti te encontré en un castillo rodeado de espinos y durmiendo a pierna suelta.
Pero, recapacitemos sobre esa sangre azul que corre por sus venas que también tiene parte de ogro. A este príncipe, el día menos pensado le da por comer nietos a él también.

que legañonasA la Bella Durmiente se le han pegado las sábanas.

Bella Durmiente
La protagonista de la historia que se va con el primer príncipe que la despierta. Claro que la mujer llevaba ya tantos años esperando un príncipe que seguro que andaba un tanto desesperadilla ya. Y luego que si se casa con un ogro, tanto esperar, tanto esperar, y al final acaba con una familia política que vaya tela.
Supongo que el hada que la dejó dormida se encargó de que la chica no tuviera ni hambre ni ganas de ir al baño, porque cien años... También haría que ni le crecieran las uñas ni el pelo, que para algo era la bella durmiente y no la desaliñada ceporra.
Después de todo lo que durmió la princesa, debía tener unos trastornos del sueño impresionantes. Si es ya dormir hasta la una de la tarde o así y te desacoplas para por la noche, durmiendo cien años debe ser ya el acabose.
En la segunda partedel cuento, cuando vive en casa de la suegra, pasa a un segundo plano, la mujer no se entera mucho de las cosas, vamos que casi que se comen a sus hijos y ella en la parra. ¡Vaya una madre!

Roland Risse¡Como para encontrar una princesa entre tanto hierbajo!
(Sleeping Beauty, Roland Risse).


Y a todo esto, ¿bella durmiente del bosque? Pero si ella estaba dormida en un castillo...