Cuentitis aguda

jueves, noviembre 30, 2006

La Bella Durmiente del bosque (III)

La Bella Durmiente del bosque es uno de los cuentos de hadas más conocidos. Aunque Perrault escribió su versión de la historia en 1697 (La Belle au Bois Dormant), es quizás la Bella Durmiente (Dornröschen) publicada por los Hermanos Grimm en 1812 la más conocida.

La principal diferencia entre estas dos versiones es que mientras que la de Perrault tiene dos partes (el antes y el después de la boda de la bella durmiente), la de los Grimm termina con el despertar y el casorio.
Entre estas dos versiones también hay pequeñas diferencias como el número de hadas madrinas que tiene la princesa (Perrault 8, Grimm 13), los dones que se le dan a la homenajeada (los Grimm le conceden inteligencia entre otras muchas dotes, mientras que Perrault se inclina más por los dones femeninos apreciados en su época como el bailar, cantar, tocar instrumentos, etc.). En ambas historias la maldición es que la jóven será despertada a los 100 años por el hijo de un rey, no se habla para nada de besos, aunque en el cuento de los Grimm la chica efectivamente se despierta tras un beso, en el de Perrault no hay ni beso ni nada (aunque es la versión francesa la que da la impresión de ser menos puritana que la alemana).

disculpe, ¿podría despertarse?Oiga, disculpe. ¡Disculpe! ¡DISCULPE!.

Los Grimm dirigiéndose a un público infantil, escriben un cuento casto y simple, mientras que Perrault publica para adultos y en la historia se hace el graciosete (comentando lo anticuada que está la Bella Durmiente cuando despierta, por ejemplo).

La versión de Perrault no es tan original ya que tiene demasiadas similitudes con un cuento mucho más antiguo escrito por Giambattista Basile y publicado en su Pentamerone en 1674. El cuento se llama "Sol, Luna y Talia" (lo podéis leer en inglés) y la bella durmiente es violada y más tarde se convierte en "la otra". En esta ocasión es la esposa del príncipe y no su madre la que hace que la bella durmiente sude la gota gorda.

la maja durmienteLa Bella Durmiente espera a su príncipe en pose "chenchual".
(
"Sleeping Beauty", William A Breakspeare)

Al hablar de La Bella Durmiente, hay que mencionar también el ballet con música de Piotr Ilich Chaikovski que lleva el mismo título y que fue estrenado en 1890. Aquí el hada que cambia el maleficio de la muerte por cien años en el sobre, también se encarga de que el príncipe llegue hasta el lecho de la damisela en peligro. Si estáis interesados en este ballet, la wikipedia lo sabe todo.

balletEjercicios de estiramiento después de una buena siesta.

Y por supuesto existe un largometraje de animación de Walt Disney Productions que se llama La Bella Durmiente y que fue estrenado en 1959. Esta película está basada tanto en el cuento de los Grimm como en el ballet de Chaikovski. En la trama del la peli, el hada que no fue invitada al bautizo no es tan pasiva como en las historias escritas: ella es la encargada de que la Bella Durmiente se pinche el dedo con la rueca (como en el ballet) y también persigue constantemente al príncipe para que no llegue a besar a la princesa. Al final ganan los buenos, hay beso y boda como mandan los cánones disneylanderos.

paz y tranquilidadLa Bella Durmiente no necesita Prozac.

A todo ésto, ¿existe la bella durmiente? Pues sí, y podéis ver una foto suya aquí.

lunes, noviembre 27, 2006

La Bella Durmiente del bosque (II)

Enlace a parte (I)

A
la mañana siguiente el príncipe se fue a casa de sus padres, que estarían preocupados por él, y les contó la milonga de que se había despistado el día anterior del grupo de la cacería y que se había perdido y que tuvo que pasar la noche en casa de unos campesinos. No quiso contarles la verdad sobre su matrimonio puesto que sabía que su madre no lo entendería, era muy protectora con su hijo y no aceptaría que se hubiera casado con nadie, ninguna sería buena para él. La reina era descendiente de ogros, y claro, la mujer imponía respeto. El jóven decidió no contarle nada, al menos por el momento.
Pasaron dos años en los que el príncipe se iba casi todos los días de caza y no volvía hasta el día siguiente. Él no iba de caza, claro, iba a estar con su esposa, con la que había tenido dos hijos, una niña y un niño. La reina madre algo sospechaba sobre las salidas caceriles de su hijo, pero no lo tenía del todo claro porque él no le había dicho nunca nada sobre su esposa o sus hijos, pero seguro que su hijo se andaba por ahí de picos pardos.

Palacio donde el príncipe pasaba casi todas las noches.
(Palacio de la Bella Durmiente, Disneyland, París)

El rey murió del último mal y entonces fue cuando el príncipe, ahora rey por la gracia de dios, condujo hasta su palacio a su mujer y sus dos hijos y se los presentó a su madre. A la reina ogra no le sentó nada bien lo de que su hijo le hubiera ocultado la existencia de su nuera y nietos y se cabreo mucho y si ya una suegra normal cabreada da miedo, una suegra ogra cabreada es para echarse a temblar.
La reina madre siempre había tenido instintos ogrescos pero los había reprimido, pero fue llegar a casa sus nietos y empezó a apetecerle comérselos. Por desgracia y por cuestiones laborales reales, el rey tuvo que ausentarse por unos meses para ir a la guerra a batallar. La reina madre quedó de regente del reino en la ausencia de su hijo y encargada del cuidado de su nuera, la reina, la que fuera en tiempos la princesa mas ceporra del lugar, y de sus dulces y tiernos nietos.
Al día siguiente de la partida del rey, la reina ogresa pidió al cocinero real que le hiciera un guiso con su nieta (su nieta no de pinche de cocina sino de plato principal). El cocinero, que temía desobedecer a la ogresa, fue a por la infante de cuatro años, pero cuando iba a matarla le dio cargo de conciencia y en vez de matarla decidió llevarla a su casa al cuidado de su mujer y en vez de poner la carne de la niña en el guiso, puso la carne de un corderito que sacó de los corrales reales. Le sirvieron la comida a la reina madre y el guiso que comió estaba tan bueno que la mujer se chupaba los dedos y fue a felicitar personalmente al cocinero.
A la semana siguiente la reina regente volvió a decirle al cocinero: "Ahora quiero comerme a mi nieto. A ver si me puedes hacer un guiso tan bueno como el de la semana pasada". El cocinero que ya sabía cómo engañar a la señora, llevó al infante de dos años junto a su hermana y en vez de hacer el guiso con la carne del niño utilizó la carne de un cabritillo muy tierno de los corrales reales. La reina volvió a felicitarle por aquel guiso que le había preparado y estuvo tranquila otros siete días. Pero al octavo volvió a llamar al cocinero y le dijo: "Esta vez quiero comerme a la reina, mi nuera, pero prepáramela con la misma salsa con la que me preparaste a sus hijos".
Vuelta otra vez a tener que engañar a la ogra, pero esta vez el cocinero le contó a la reina las intenciones de su suegra. La reina aun no había notado la ausencia de sus hijos , pero igual se puso contenta de verles con vida en casa del cocinero, donde también se escondió ella de las malas artes de su suegra. Esta vez el cocinero guisó a una cierva jóven para imitar la textura de la carne de la nuera. La ogra volvió a chuparse los dedos y a felicitar al hombre por su "savoir faire" en la cocina.
Pasados unos meses, la reina madre estaba paseando por los patios y corrales del castillo en busca de carne fresca, y pudo escuchar las voces de su nuera y sus nietos. La ogresa se enfadó tanto que dio unos gritos que dejó a todo el mundo temblando (hasta yo estoy temblando) y ordenó que se pusiera en medio del patio del castillo una perola enorme y que se echaran dentro un montón de sapos, culebras, víboras y serpientes venenosas, y que se echaran también dentro a la reina nuera, a sus hijos, al cocinero y a su esposa y a un señor de marrón que pasaba por allí. Estaban todos reunidos en el patio, los verdugos listos para realizar su trabajo, cuando de repente llegó el rey que volvía antes de lo previsto de guerrear. Cuando el hombre vio aquello que estaba montado en el patio de su casa, preguntó qué era lo que estaba pasando, pero nadie se atrevió a contestar. La reina madre, viendo que tenía que contarle lo mala abuela y suegra que era, se enrabió y se tiró ella misma a la perola de los sapos y las culebras y fue devorada al instante porque los bichos llevaban tanto tiempo sin comer, que hasta los sapos se hicieron comedores de humanos. El rey lloró la muerte de la ogresa, pues era su madre después de todo y él estaba muy enmadrado, pero en seguida se recuperó al ver a su bella esposa y su hermosos hijos.

Bella Durmiente y príncipe celebran la vida conyugal.

domingo, noviembre 26, 2006

La Bella Durmiente del bosque (I)

É
rase una vez un matrimonio de reyes que sufría mucho porque no conseguía tener descendencia. Después de mucho intentarlo comprobando las temperaturas de la reina, por fin la mujer se quedó encinta.
Cuando la reina dió a luz a una preciosa niña (igual que el resto de bebés, pero para los reyes era la más guapa del mundo), el rey se puso tan contento que dió un puro a cada súbdito, e invitó a todo el mundo al bautizo de su primogénita. Las madrinas de la niñita serían todas las hadas del reino, que por cierto en ese reino se criaban que daba gusto y al menos había 100. Pero hete aquí que al rey se le olvidó invitar a una de las hadas, un hada muy vieja y que tenía fama de mala gente.
Llegó el día del bautizo y cuando estaban ya todos los invitados sentados y preparados para el gran banquete llega el hada vieja, la que no había sido invitada, con sus mejores galas y exige que se le dé un asiento en la sala de banquetes. El rey, que le gustaba que el buen rollito estuviera siempre presente en su reino, le dió al hada un asiento junto a las otras 99 hadas invitadas. Llegó el momento de la entrega del recordatorio de bautizo, a cada invitado le tocó uno pero como no se habían encargado de más (como se suele hacer en estos casos) porque el rey andaba justo de presupuesto, no hubo recordatorio para el hada que en un principio no fue invitada. Esta hada poco a poco se iba enfadando, pero respiraba hondo y volvía a tomar un poco del postre.
Tras la actuación de la Tuna, muy típica alla por el medioevo en los bautizos principescos, llegó el momento en el que cada hada le iba a conceder un don a la princesita homenajeada. Una tras una todas le dieron un don. Las primeras lo tenían fácil, que si belleza, salud, bondad, dulzura... según la cosa avanzaba y las horas pasaban a las hadas se les iba acabando la imaginacion asi que cuando llegó a la última hada, el hada numero 100, aquella que no había sido invitada, la mujer estaba de muy mala uva (le había tocado hacer cola durante dos horas y media) y como encima no se había llevado recordatorio del bautizo lanzó una maldición a la niña que dejó a todo el mundo patidifuso. “Cuando la niña esté en edad de merecer, en su 16 cumpleaños, se pinchará un dedo con el huso de una rueca y morirá, ahí queda eso” El hada se largó hecha un basilisco y echando pestes sobre la organización de la fiesta.

Regalo de bautizoEl hada regala a la princesa una maldición gitana.

Todo el mundo estaba con la boca abierta, nadie sabía que hacer, menudo destino que le esperaba a la princesa a pesar de tener tantos dones. Pero entonces se levantó de su asiento un aprendiz de hada muy apocada y le dijo al rey.
“Señor majestad, no se preocupe por su hija. Yo no soy ni de lejos un hada tan poderosa como la gruñona de Gertrudis pero creo que puedo suavizar la maldición que acaba de echarle a la princesita”. Dijo el aprendiz de hada y se acercó a la niña. “Alteza princesita, aquello que ha dicho Gertrudis se cumplirá y te pincharás con el huso de una rueca al cumplir los 16 años, pero no morirás sino que te quedarás dormida por 100 años y sólo despertarás con el primer beso de amor que te den.”
El rey agradeció al aprendiz de hada su gesto, pero como aun así no se fiaba de que su hija se salvara de la muerte por pinchazo, creó en ese mismo momento, aun en la sala de banquetes, un decreto que prohibía el uso o la tenencia ilícita de ruecas, so pena de muerte. A partir de aquél día en el reino se hilaba a mano o se importaba hilo de otros reinos, todo con tal de que la princesita no se pinchara.
Pasaron dieciséis años, y un día que estaba la princesa ociosa por el castillo y hurgando por todas partes, decidió subir a lo más alto de uno de los torreones y allí encontró a una buena viejecita que estaba hilando con una rueca. La princesa que no había visto aquel artilugio en su vida, le preguntó a la buena mujer qué era lo que estaba haciendo. La anciana le contestó que estaba hilando ahí arriba porque así las ropas palaciegas salían más baratas que si tenían que importar el hilo del reino vecino. La real joven le pidió que le dejara probar a usar la rueca, que ella quería aprender y, como el día del bautizo niguna hada se acordó de darle el don de la habilidad, no tardó ni dos segundos en atravesarse el dedo con el huso de la rueca. Al momento la princesa cayó sin sentido al suelo. La vieja pidió socorro y allí acudieron todos los criados y sirvientes del castillo. Ni agua fría en la cara, ni sales, ni tortas, nada conseguía espabilar a la desmayada.

Antojo realYo quiero. Ay porfa, déjame probar.

Cuando el rey llegó a lo alto del torreón y vio todo aquel alboroto y a su hija sin sentido, se acordó de la predicción de las hadas y ordenó que llevaran a la princesa a la habitación más hermosa del castillo, la vistieran con las ropas más elegantes que tuviera y la tumbaran sobre una cama toda lujo y explendor.
El rey mandó llamar a la aprendiz de hada que había salvado a su hija el día del bautizo y que ya tenía rango de hada. Cuando el hada llegó al castillo y vio que la princesa estaba dormida y que así lo estaría durante cien años, tomó la decisión de dormir a todo el mundo que servía en el castillo. Pasados los cien años, cuando la princesa despertara de la siesta, ¿cómo iba a poder encargarse ella sola de un castillo tan grande?. Lo mejor era que todo el mundo estuviera allí para cuando ella despertara. Así que con su varita mágica fue tocando a todo el mundo, criados, mayordomos, damas de compañía, cocineros, pinches, ama de llaves, caballos, encargados de cuadras, perros, en fin, todo bicho viviente en el castillo. El rey y la reina le agradecieron eternamente lo que había hecho y se fueron a vivir a otro de los palacios que tenían. El hada también hizo que crecieran muchos árboles y arbustos con espinas alrededor del castillo para que nadie pudiera entrar en él.

Todo el mundo a dormirTodo el mundo a dormir al pikolín.
(Sleeping Beauty - 1912 - Maxfield Parrish)

Pasaron cien años. Un día que el príncipe hijo del rey que reinaba el lugar (y que no tenía nada de sangre común con la princesa dormida y los hijos no les podrían salir con seis dedos) había ido de cacería por aquella zona, sitió curiosidad por aquellas torres de un viejo castillo que se veían a lo lejos y preguntó a las gentes del lugar. Había mucha leyenda urbana sobre el castillo, que si era lugar de aquelarres, que si estaba encantado. Pero un anciano le contó que cuando era niño, su padre le había dicho que en aquel castillo estaba dormida la princesa más hermosa del mundo y que ésta sería despertada por el primer beso de amor.

chivatazoUn anciano le dá el chivatazo al príncipe de dónde está la bella durmiente.

El príncipe, que tenía muchos delirios de grandeza, ya se veía a sí mismo siendo el príncipe encantador que despertara a la bella durmiente, y decidió ir hacia el castillo a dar el primer beso de amor a la comatosa (suponiendo que la princesa jamás hubiera besado nunca antes a nadie y que aun siguiera allí hibernando). Cuando el príncipe pasó las murallas del castillo, las zarzas y las malas hierbas empezaron a separarse a su paso, volviéndose a juntar tras él de tal forma que nadie le pudo seguir, ni siquiera sus lacayos. El castillo estaba muy silencioso y tenía a gente dormida por todas partes. "Menuda panda de vagos", pensó el príncipe que no sabía que en aquel palacete todo el mundo estaría dormido mientras lo estuviera la princesa.

CeporrosVaya una panda de vagos.

Curioseando por todas las habitaciones y salas por fin llegó al dormitorio de la bella durmiente. Cuando la vio se quedó enamoradísimo de ella, era tan hermosa (sobre todo después de la cura de sueño) y los años no pasaban por ella, era como si el tiempo se hubiera parado porque no tenía cien años sino que seguía como si tuviera los dieciséis como cuando se pinchó el dedo. Eso sí, la ropa que llevaba la jóven estaba un poco pasada de moda, parecía la ropa que llevaba la abuela del príncipe. Como la vio tan guapa y tan inerte, no lo resistió y le dio un beso. En ese momento la princesa se despertó y cuando se limpió las legañas se enamoró perdidamente de su despertador. El príncipe le dijo entonces que la quería más que a su vida, más que al aire que respiraba y más que a la "mare" suya. Mientras ellos hablaban, el resto de los habitantes del castillo también se fueron despertando y después de hacer el primer pis, empezaron a preparar un banquete porque tenían mucha hambre. Los príncipes también comieron y cuando acabaron con el postre el capellán del castillo les casó, para qué esperar más. Cuando llegó la noche el jóven matrimonio se fue a dormir (no es que la princesa tuviera mucho sueño) y a consumar lo que tenían que consumar.

beso disneyEn vez de cantarle "las mañanitas", el príncipe opta por darle un beso.

jueves, noviembre 23, 2006

Rapunzel en Flash News

Gustavo, el reportero más dicharachero de Barrio Sésamo, presenció el gran momento en el que el príncipe sube por primera vez a la torre para conocer a su querida Rapunzel.
Aquí está la retransmisión que hizo para Flash News (en inglés).


Gustavo, Rapunzel y príncipe.

domingo, noviembre 19, 2006

Rapunzel (y III)

En brazos de Rapunzel
Rapunzel es un cuento de hadas alemán cuya versión más conocida es la de los Hermanos Grimm, publicada por primera vez en 1812.
En Rapunzel se pueden ver un montón de estereotipos de los cuentos: robo de la fruta prohibida, promesa de la entrega de un hijo antes de que nazca, doncella encerrada en torreón, encantamiento por canción, rescate principesco, lágrimas cura-saneras. Vamos que a esta historia se le puede sacar mucha miga.

Madre de Rapunzel
La buena señora que está embarazadísima y que tiene un simple y tonto antojo, actúa como una total drama-queen cuando le dice a su marido que si no prueba de las plantas que cultiva la vecina, se morirá. "No te quiero asustar ni mangonear, cariño, pero como no me traigas plantas del jardín de la vecina me va a dar un jamacuco....".

Padre de Rapunzel
Este hombre como marido no tiene precio, ahora que como padre deja mucho que desear. Por su señora se juega el pellejo entrando en una propiedad privada y robando plantitas, pero en cuanto le pillan con las manos en la masa va y regala a su hija cuando aun está por nacer. Y aun hay quien dice que el marido de Griselda o el padre de la princesa del príncipe rana eran malos progenitores. De todas formas premio gordo al mal padre se lo sigue llevando el de Piel de Asno (el abusador).

sota de copasLa sota de copas también pide la melena.

Hechicera, madrastra de Rapuzel
La señora buenas-intenciones pero malos-resultados. La vieja sólo quería proteger a su hija adoptiva de los males del mundo, y la solución que cree acertada no es la de dar una buena educación sexual a la niña sino directamente encerrarla para que ningún hombre se acerque a ella, precisamente recluye a Rapunzel justo antes de la pubertad (a los 12 años). Pero le pasa lo mismo que le pasó con sus plantas, que viene un hombre, trepa el muro y se las "estropea".
Esta forma de "educar" es bastante común, ¿ a cuántas Rapunzeles conocéis a las que sus padres "encerraron" en colegios de monjas para que no se "mezclaran" con los chicos y al final fueron las primeras con novio?

Menudos enredonesPlanta rapuncel
Posiblemente la planta referida en el cuento posiblemente sea la Campanula rapunculus (conocida en alemán como Rapunzel-Glockenblume). Esta planta fue categorizada en 1633, y por aquel entonces se tomaba su raiz en ensaladas.
Si la historia hubiera sido actual, no habría sido necesario el robo puesto que la madre de Rapunzel habría podido comprar las semillas por internet y cultivar en su propio jardín la famosa planta. Se supone que la raiz de la Campanula rapunculus es muy sabrosa y que sus hojas rosadas son también comestibles. La planta (en junio o julio) da una flor azulada en forma de campanilla.
Pero a mí como que ésto de que la planta de la discordia sea un rapuncel no me convence mucho. Seguramente Rapunzel se debería haber llamado María porque ¿qué planta si no es codiciada por sus hojas; si se tiene plantada en un jardín se rodea con un muro para que nadie desde fuera vea lo bien que se cría y que nadie entre para robarla; una vez probada la gente se vuelve medio-adicta a la planta?. Eso sí, despista un poco el hecho de que la mujer se prepare las hojas en ensalada en vez de en pastel o "ahumada".

Rapunzel
La jóven más obsesionada con su pelo que jamás pueda existir. Cierto es que su vida depende de su propia melena, pero también es verdad que la idea de cortarse las trenzas para poder bajar ella solita del torreón se le podría haber pasado por la imaginación, ¡que el pelo vuelve a crecer!.
La doncella (no siendo ya tan doncella) aun vive en la mas completa ignorancia, tanto que no entiende por qué los vestidos ya no le sirven. Y digo yo, ¿y no se dió cuenta antes de que no le venía el periodo?.
Todo esta historia de Rapunzel y el dramón que es para ella que le corten el pelo no me recuerda a la historia de Sansón y Dalila (él perdió toda su fuerza cuando ella le cortó el pelo), sino más bien al programa de televisión basura y creador de anoréxicas Supermodelo 2006, en el que las niñas mimadas se ponen a llorar porque después de un corte de pelo no se pueden poner ni una horquilla. Ay... les daba yo a éstas torreón a ver si les importaba la horquilla.

pelo fritoRapunzel quiere seguir usando horquillas. (Rapunzel, Robin Davis)

Príncipe
El príncipe se enamora perdidamente de Rapunzel tan sólo por lo que le oye cantar, cual poseído por el canto de sirena. En seguida encuentra el modo de conocerla, no sólo en persona sino también en el sentido bíblico. Por aquel entonces no había muchos métodos anticonceptivos (salvo el dolor de cabeza) y de ahí lo de los infantes.
Cuando el hombre, todo desesperado por la pérdida de su querida Rapunzel, se tira desde la ventana de la torre, no pierde la vida pero sí la vista, aunque tampoco se llega a hacer ningún otro rasguño, ni moratón, ni costilla rota. Menos mal que las lágrimas de su amada eran tan curativas, que más tarde podrían incluso haber formado parte de la composición del linimento Sloan (también conocido como "el tío del bigote").

linimento SloanLinimento Sloan de composición casi milagrosa.

Torre
La torre es casi otro personaje más de la historia. Una torre muy particular (como el patio de mi casa) que no tiene ni puerta ni escalera para subir y cuyos métodos de construcción seguro que dieron muchos quebraderos de cabeza. Posiblemente el mobiliario se subió a la torre siguiendo los métodos utilizados en las casas holandesas (poléa en la parte alta de la fachada y todos los muebles entran por la ventana). Todas las mañanas la inquilina tenía que orear su casa, pero con una sola ventana en el torreón, el proceso era lento.

torre de RapunzelÁtico con vistas situado en zona tranquila y arbolada donde se aloja Rapunzel.

Y ahora noticias frescas: Walt Disney Feature Animation está realizando un largometraje de dibujos animados sobre el de Rapunzel. La película titulada Rapunzel Unbraided, tiene previsto ser estrenada en 2009, una larga espera, aunque ya tiene su entrada en la wikipedia (en inglés, claro). Me pregunto cómo tratarán lo del embarazo de la protagonista y la pérdida de visión de su amorcito, ¿quizás vamos a presenciar la llegada del sexo y la violencia a los estudios Disney?

RapunzelLa Rapunzel de Disney.


Barbie RapunzelBarbie también tiene su desdoblamiento de personalidad Rapunzil.

En medicina existe el llamado síndrome Rapunzel, que no tiene nada que ver con el trauma creado por estar encerrado en una torre o por tener que subir y bajar a la gente con la ayuda de una trenza. Efectivamente tiene que ver con el pelo, pero es un tanto asquerosita la cosa. En palabras médicas: el síndrome de Rapunzel es una entidad rara, sólo 6 casos se han reportado en la literatura. Se caracteriza por: la presencia de un tricobezoar (bola de pelo) cuyo cuerpo se aloja en el estómago y su extremo distal llega hasta el intestino delgado o hasta el colon derecho; oclusión intestinal; ocurrencia en pacientes con trastornos psiquiátricos; tricofagia.
Si estáis interesados en esta enfermedad nombrada como la célebre prisionera del cuento de hadas, podéis echar un vistazo a esta web (insisto que la cosa es un poco asquerosita).

jueves, noviembre 16, 2006

Rapunzel (II)

Enlace a parte (I)


E
l príncipe trepó por las trenzas de Rapunzel hasta que llegó a la ventana de la torre y se metió en la habitación de la jóven.
Al principio Rapunzel se asustó mucho puesto que no había visto jamás a un hombre, o al menos ella no lo recordaba. Rapunzel tenía tanto miedo que a punto estuvo de decir al príncipe que no podía hablar con él porque tenía que lavarse el pelo. Aunque este motivo podía ser muy real porque bien sabemos la tarea que le daba a la chica su melena, en esta ocasión sólo lo diría como excusa puesto que estaba un tanto asustada. El príncipe, que era muy zalamero, empezó a decirle que su corazón le pertenecía solo a ella, que estaba enamorado desde aquel día en que la oyó cantar desde el bosque y que no dejaba de pensar en ella; que tenía un cabello precioso y una piel muy suave. Rapunzel entonces dejó de tenerle miedo, y cuando él le pidió en matrimonio, ella le dió el si, a pesar de que él ni le había llevado flores ni un anillo para formalizar la petición.

Petición de manoEl caso es que me tenía que lavar el pelo.

Entre los dos empezaron a planear la huida de la rubia y decidieron que, como Rapunzel no se quería cortar el pelo (aunque ésta fuera la solución más fácil), el príncipe le subiría cada día unas hebras de seda con las que ella trenzaría una cuerda. Una vez que estuviera acabada, ella podría bajar por la cuerda e irse a vivir con su príncipe amado a quien acababa de conocer. También quedaron en que el príncipe iría a verla todas las noches, puesto que la hechicera sólo iba de visita a la torre durante el día. Bien sabía Rapunzel que en hacer aquella cuerda tardaría años si la hacía a base de hebras de seda, pero de esta manera se aseguraba de que el príncipe iría a verla muchas, muchísimas noches.

Rapunzel esperandoRapunzel espera la llegada de su príncipe.

Y así pasó mucho tiempo, los tortolitos viéndose todas las noches y despidiéndose al amanecer, Rapunzel trenzando una cuerda de seda en sus horas muertas entre lavado y lavado de cabello, y la bruja haciendo una visitita al día a su hijastra. La hechicera no notó nada hasta que un día Rapunzel le comentó: "Pues verás madrastra, no entiendo por qué últimamente mis vestidos me quedan tan apretados que ya no me sirven".
"Mi querida niña, ¿qué me estás contando? Pensé que había conseguido salvarte de los males del mundo manteniéndote alejada de él y aun así los males vienen a por ti. Pues los vestidos no te sirven ya porque tienes un bombo de aquí a Lima".
La hechicera estaba tan enrabiada que con unas tijeras que tenía por ahí a mano le corto a Rapunzel todo su precioso cabello dejándole con unos trasquilones que clamaban al cielo. No contenta con este terrible castigo, abandonó a Rapunzel en un páramo donde la chica sufrió todo y más.

Bruja y venganza¡Se acabó la tontería! Verás qué mona que te dejo.

Esa misma noche, la bruja ató las trenzas que había cortado a Rapunzel al alféizar de la ventana de la torre. El príncipe apareció en la base de la torre puntual como todos los anocheceres y gritó: "Rapunzel, Rapunzel, suelta tu melena por la almena". Las trenzas de su amada acudieron como siempre a su llamada y el enamorado trepó por ellas. Pero ¡Ah, amigo!, cuando llegó a la ventana de la torre allí no estaba Rapunzel esperándole, sino la suegra.
"¡Al fin nos vemos las caras bribonazo!, menuda la que has montado. Pues que sepas que me he enfadado mucho y que he mandado a Rapunzel muy lejos de aquí, tan lejos que jamás volverás a verla. Has perdido a tu amada para siempre."
El príncipe todo lleno de pena y desesperación se lanzó al vacío desde la ventana a la que acababa de trepar. Sobrevivió a la caida, sí, pero cayó de bruces sobre una mata de espinas que se le clavaron en los ojos. Y, ciego, vagó por el bosque comiendo lo que buenamente podía y llorando y sufriendo por la pérdida de su amor. Vagó durante varios años hasta que llegó por casualidad al páramo donde Rapunzel malvivía con sus dos hijos gemelos.
El príncipe reconoció al momento la voz de su prometida. Rapunzel cuando le vió, fue corriendo a abrazarle. De tanta emoción la rubia se puso a llorar y cuando sus lágrimas cayeron sobre los ojos de él, la ceguera desapareció (porque las lágrimas de Rapunzel lo curan todo, no es que me lo haya sacado de la manga). Asi que ahora que el principe ya sabía por dónde se andaba y por dónde ir de vuelta a su castillo, guió hasta él a su amada y a sus hijos, y allí vivieron todos felices y comieron perdices.

martes, noviembre 14, 2006

Rapunzel (I)

H
abía una vez un matrimonio que tras mucho desearlo, finalmente estaban esperando un bebé. El matrimonio tenía por vecina a una hechicera muy poderosa y muy temida en el vecindario. La casa de la hechicera tenía un inmenso y magnífico jardín que podía verse desde una ventana de la casa de la pareja.
Un día, la embarazadísima mujer estaba mirando por la ventana al jardín de su vecina cuando vio que la bruja tenía plantadas un montón de rapunceles con una pinta estupenda. Cada día que pasaba a la embarazada le apetecía más y más probar de esa planta que se cultivaba en el jardín de al lado. Se pasaba las horas muertas mirando y mirando por la ventana con los ojos casi fuera de las órbitas, lo que hizo que su marido empezara a preocuparse. Cuando éste le preguntó qué era lo que tenía y que si quería que le llevara al médico, ella le contestó que tenía que probar aquellos rapunceles porque si no se podía morir. Ella era muy drámatica pero su esposo decidió concederle el antojo no fuera a ser que el bebé saliera con una marca en la cara.
Aquella misma noche, en cuanto oscureció, el hombre escaló el gran muro que protegía el jardín de los antojos de sus vecinas. El futuro padre pilló un buen puñado de hojas de rapuncel y se las llevó a su mujer. Con esas hojas, su señora se hizo una ensalada que devoró sin aliñar siquiera. Aquello estaba tan bueno que a la mujer le entraron más y más ganas de comer todas las sabrosas plantas que pudiera del jardín vecino. Asi que el hombre tuvo que volver a escalar el muro a la noche siguiente y a la siguiente. Hasta que un día la bruja le pilló con las manos en sus preciosos rapunceles (que ya estaban peladísimos por culpa de los antojos de la preñada).
"Pero vecino, ¿cómo osas entrar en mi jardín? Bien sabes que ésto es propiedad privada y que te puedo denunciar. Como debes pagar por lo que me has hecho a las plantas, con lo monas que las tenía, pues creo que lo mejor será que me des, en cuanto nazca, el bebé que estáis espernado. Yo lo cuidaré como una madre".

Planta rapuncelCon lo monas que tenía las plantas.
(
Campanula rapunculus conocida como Rapunzel-Glockenblume en alemán)

El hombre que tenía un miedo que se moría y que sólo pensaba en salir con vida de la propiedad de su vecina le dijo que sí, que por supuesto y la bruja le dejó ir en paz.
Cuando la mujer dio a luz, se presentó allí la hechicera, llamó a la niñita Rapunzel y se la llevó con ella. La bruja supo educar muy bien a su hija adoptiva. Pero cuando la niña cumlió los doce años, la hechicera decidió encerrarla en una torre que había en medio de un bosque y que no tenía ni puerta ni escaleras, tan sólo una pequeña ventana que estaba situada en la parte más alta del torreón.
Cuando la hechicera quería entrar a ver a su hija, subirle la comida o darle conversación gritaba: "Rapunzel, Rapunzel, suelta tu melena por la almena". Rapunzel, que tenía una melena dorada espléndida y muy fuerte, cuando oía las voces de la bruja, dejaba colgar sus largas trenzas por la ventana de la torre, los veinte metros que había hasta el suelo, y entonces la hechicera trepaba por ellas hasta que llegaba a la ventana.

vieja trepandoLa hechicera practicando escalada libre.

Rapunzel dedicaba gran parte del día al cuidado de sus cabellos puesto que su manutención dependía en gran parte de ellos. Como la hechicera usaba las trenzas de la chica para subir y bajar una vez al día, y el bosque estaba todo embarrado la mayoría del tiempo, a la chica se le ponían las doradas cabelleras hechas unos zorros, asi que el aseo tenía que ser casi diario. Al tener las melenas tan largas, tardaba varias horas en el secado y si algún día en especial se quería pasar el alisador de pelo se le hacía de noche. Desenredar el pelo por las mañanas era toda una tarea, sacaba músculo de tanto y tanto cepillarse el pelo. Para no tener las puntas abiertas y sanear el pelo de vez en cuando, la bruja le cortaba un par de metros de puntas. El cuello de Rapunzel también era muy fuerte puesto que tenía que soportar todo el peso de su pelo, más el peso de la bruja un par de veces al día.

lavándose el peloRapunzel lavándose el pelo en su época de libertad.

Pasaron los años y resultó que un día estaba paseando un príncipe por el bosque donde estaba recluida Rapunzel. Según se acercó a la torre-prisión, el joven pudo escuchar una bella canción y se paró a escuchar. Era Rapunzel que cantaba con su dulce voz mientras se desenredaba el pelo. El príncipe quiso entrar a la torre para buscar a la dueña de la voz, pero no encontró ninguna puerta.
Aquella voz le había encandilado tanto al príncipe que decidió ir todos los dias a escucharla. Un día, mientras estaba sentado tras un árbol escuchando a Rapunzel, vio a la hechicera hacercarse a la torre, dar sus voces pidiendo las melenas de Rapunzel, y una vez que las trenzas habían llegado al suelo, trepar por ellas. El príncipe se apuntó la frase que había gritado la bruja y decidió que algún día probaría suerte.

RApunzel cantandoRapunzel no desafina a pesar de los tirones.
("Rapunzel" 1900 Frank Cadogan Cowper)

Al día siguiente (para qué esperar más), cuando estaba empezando a anochecer, el príncipe se fue a la torre y gritó:
"Rapunzel, Rapunzel, suelta tu melena por la almena".
Y Rapunzel, que era muy bien mandada, soltó su melena por la almena. Cuando las trenzas de Rapunzel llegaron a la base de la torre, el príncipe empezó a trepar por ellas.

... continuará...

domingo, noviembre 12, 2006

Caperucita nº 5

La Caperucita Roja de Chanel nº5 es un poco más madurita que la del cuento tradicional y un poco snob para ser una pueblerina. Parece ser que ahora para ir a casa de su abuela tiene que pasear por París en vez de ir por el bosque. También ahora es ella quien tiene el poder sobre el lobo.


Caperucita también es chic

martes, noviembre 07, 2006

El príncipe rana (y II)

El Príncipe rana es uno de los cuentos de hadas más conocidos, no tanto por la historia en sí sino por la imágen de la rana con corona y de la transformación rana-príncipe, que quizás sea mas famosa que la de "Un hombre-lobo americano en Londres". La versión más popular sobre el coronado anfibio es la que escribieron los hermanos Grimm (1785-1863 y 1786-1859).

El cuento en sí es bastante breve, pero deja un montón de cabos sueltos, un montón de sub-historias que no se llegan a desarrollar. Y los personajes son tan interesantes que merecen un análisis individualizado.

rana coronadaTransformación más delicada.

Príncipe Rana.
Aunque en el cuento de los Grimm no aparece con corona, muchas veces se le representa con ella, por si a la princesa no le parecía evidente la sangre azul que corría por las venas de la rana.
Pero, ¿por qué motivo el príncipe había sido transformado en rana? ¿Habría sido una transformación pasional? ¿Una venganza? ¿Y quién habría sido el desalmado o desalmada en hacer los pases mágicos para convertir a un real heredero en un real sapo? ¿Sabría la rana que el hechizo que le hacía ser verde y de ojos saltones se desharía estando cerca de la cama de la princesa, o simplemente quería un rollete con ella?

Princesa.
La cría mas egoista, inmadura y malcriada con quien se podría haber topado el príncipe rana.
Que la chica tiene dinero es evidente, ¿quién podría tener una pelota de oro macizo para jugar?. También es un poquito maleducada, pues está constantemente despreciando a la rana. Parece mentira que se le recompense su incumplimiento de promesas con la transformación de la rana en un príncipe atractivo. Aunque en las versiones del cuento más modernas el encantamiento se rompe gracias al beso de la princesa, en el cuento de los Grimm es la violencia de ésta, y en otras versiones de la historia es simplemente el dormir junto a la joven lo que hace que el príncipe recupere su forma humana.

princesa con pataleta¡Puag, qué asco! ¡Una rana!.

Rey.
Este buen hombre intenta hacer que la princesa se comporte como una señorita cumpliendo la promesa que le dio a la rana, pero parece ser que no se da cuenta de que con esta actitud, lo que está haciendo es empujar a su hija a meterse en la cama con un desconocido. Para que luego digan que para los padres ningún hombre es merecedor de sus hijas.

Heinrich.
Llegamos al momento cumbre. El único personaje de la historia que tiene nombre, y que incluso llega a dar nombre al cuento (el cuento de los hermanos Grimm se titula "El príncipe rana o Heinrich el fiel" unas veces, y "El rey rana o Heinrich el férreo" otras). Pero cómo es posible que dé nombre al cuento si casi ni aparece en la historia, ni su papel es importante (es más, hasta podría prescindirse de él). Sólo puede significar una cosa: que el criado realmente tenía un aquel con el príncipe. Alguna relación tiene que tener con él, no parece posible que un criado pueda necesitar atar su corazón con hierros porque su amo se vuelva sapo. Estos dos tenían un lío, seguro.
Ahora que lo de los médicos de la época no tiene nombre. ¡¿A qué tipo de doctor se le ocurre prescribir una intervención quirúrgica para poner hierros alrededor del corazón?!. ¡Vaya una idea de bombero-torero!. Y como eran las cosas en aquellos tiempos, menuda infección que se podía haber pillado el pobre hombre. Y ya no digo nada de cuando se le soltaron los hierros.

lunes, noviembre 06, 2006

El príncipe rana (I)

I
ncontables años ha, vivía una princesa a la que le gustaba mucho jugar con su pelota favorita que era oro, como debe corresponder a los juguetes favoritos de los descendientes de los monarcas. Un día en que la princesa había salido a pasear por un bosque cercano al palacio de su padre, decidió sentarse cerca de una poza. Mientras pensaba en sus cosas, la doncella se entretenía tirando al aire su pelota (puesto que no la podía botar). La princesa era bella, sí, elegante, también, y super-sofisticada, por supuesto, pero la princesa era también harto patosa y se le escapó la pelota directa al fondo del agua. La princesa se puso un poco histérica y llorona. Sus llantos llamaron la atención de una rana que andaba por allí.
"Daría lo que fuera por recuperar mi pelota" - chillaba la princesa - "Mi reino por mi o-sea juguete."
La rana, que era una de estas ranas que hablan le contestó: "¿Qué os pasa princesa? ¿Por qué os lamentáis así?".
"¡Anda la otra! Pues verás rana repugnante, me lamento porque se me ha o-sea caído mi preciosa pelota al super-fondo de esta poza. Daría lo que fuera si la consiguiera recuperar, te lo juro."
"Pues mira tú que soy capaz de conseguir tu pelota, y para que veas no te voy a pedir ni perlas ni dinero ni nada tan superficial, sólo te voy a pedir que me aceptes como compañero, me dejes comer contigo de tu plato, y dormir contigo en tu cama (la rana era un poco descarada), y que me quieras y me mimes. Si me lo prometes recuperaré tu pelota.".
"Sí, sí, rana asquerosa, vale, lo que sea, lo que quieras, pero ¡quiero mi pelota ya!".
La rana se sumergió en el agua y al momento salió toda cargada con la famosa pelota de oro. La princesa le quitó rápidamente la pelota de la boca y se fue tan contenta y dando saltitos para su casa. La rana, que seguía con la boca abierta como si aun tuviera la dichosa pelota en ella, gritó. "¡Espera, princesa!, ¿qué pasa de tu promesa?" La princesa, que otra cosa no, pero rápida lo era un rato, ya estaba lejos.

princesa, rana y pelotaSí, sí, te prometo el oro y el moro.
("The Princess and the Frog" 1894 William Robert Symonds)

Al día siguiente sonó el timbre de la puerta del palacio y la princesa salió abrir. Allí estaba la rana preguntando por la promesa, que se le había hecho y que la muy desvergonzada había ignorado. La princesa se asustó e indignó y cerró la puerta en las narices de la rana (si es que las ranas tienen nariz).
El rey, que vió a su hija algo inquieta, le preguntó por el motivo de su pesar. La princesa le contó la historia de su pelota, de la rana y de la promesa, y el ofendidísimo rey le contestó.
"Hija, ¿acaso es así como te he educado yo?. Has hecho una promesa, ¿no?"
"Bueno, quizás, igual un poco sí."
"Pues entonces debes cumplirla". Y el monarca abrió de nuevo el pórtico del palacete. "Señor rana, por favor, pase usted y perdone la impertinencia de mi hija. Pase, pase, no se quede en la puerta, que es la hora de la cena."
princesa, rana y cenaEfectivamente era la hora de la cena y ya estaba la mesa puesta así que el rey y su hija tomaron asiento. La princesa, ante la mirada apremiante de su padre, tuvo que aceptar que la rana se sentara a su lado a la mesa y que comiera de su plato. A la pobre chica le daban muchas arcadas porque, no solo la comida, sino también la rana le daba asco.
Acabaron de cenar y llegó la hora de irse a la cama. La princesa se puso a llorar porque le daba mucho repelús tener que dormir al lado de la rana con esa piel pringosa y viscosa. El rey se puso serio y le ordenó a su hija que cumpliera su promesa y que se subiera a sus aposentos a compartir la cama con el anfibio. Al rey le preocupaba más el honor relacionado con las promesas que el honor relacionado con la virtud de su hija. La princesa cogió a la rana con dos dedos siguiendo a regañadientes las órdenes de su señor padre, y una vez en su habitación se metió en la cama, pero en vez de poner a la rana a su lado, ¡zas! la arrojó con toda la rabia que tenía acumulada contra la pared.
Por suerte la rana no se estampó contra la pared ni dejó ninguna mancha roja ni se murió, sino que de repente se transformó en un apuesto príncipe que estaba muy buenorro. Ahora sí la princesa aceptó cumplir la promesa y compartió la cama con el príncipe ex-rana.

Transformación tras el lanzamiento de la rana (con efectos especiales y todo).

A la mañana siguiente pasó a recoger a la parejita una lujosa carroza para llevarles al castillo del príncipe. En la carroza iba también Heinrich, el fiel criado del príncipe, que el pobre se había puesto tan triste cuando supo lo de la transformación en rana de su señor, con el que tenía un aquel, que se había tenido que someter a una operación quirúrgica para ponerse tres cintas de hierro alrededor de su corazón para que éste no se le saltara en pedazos de tristeza.

Heinrich apenadoMomento en el que Heinrich decide pasar por quirófano.

Como el príncipe finalmente se había salvado y era feliz, las cintas del corazón de Heinrich se fueron soltando una a una armando tal escándalo que parecía que la carroza se estaba desarmando. Una vez que se dieron cuenta de lo que producía aquel sonido, todos se tranquilizaron, aunque tuvieron que llevar al criado a urgencias.

Mirada golosonaEl príncipe mira a Heinrich con ojos golosones.

jueves, noviembre 02, 2006

La Princesa y el Guisante (y II)

La Princesa y el Guisante fue publicada por Hans Christian Andersen en 1835. Si queréis leer la versión original en danés, pinchad aquí.
Este cuento nos demuestra que para saber si se es o no una princesa en toda regla basta con hacer la prueba del guisante. Suponiendo, claro, que la princesa duerma sobre los veinte edredones, veinte colchones y el guisante, y además sea capaz de notar la presencia de la leguminosa. Si la princesa era capaz de notar el guisante (a pesar de que los colchones de la época tenían unos bultos de lana que debía de ser aquello como para notar cualquier cosa) significaría que era lo suficientemente delicada como sólo podía serlo una princesa, de ahí la lógica aplastante de la reina en su experimento.

Existe un musical de Broadway sobre la historia de la princesa y el guisante que se titula Once Upon a Mattress que, por supuesto, tiene un guión algo mas complicado que el del cuento de hadas tradicional.

Princesa, guisante, colchones y edredones en Broadway.

Para poder controlar los guisantes, toda princesa que se precie debe someterse a un entrenamiento. El entrenamiento (un poquillo cutre) puede realizarse con este juego. La princesa tiene que conseguir agua de lluvia lanzando guisantes a los nubarrones que pasan por encima de ella, pero ¡cuidado con los rayos y las centellas! Cuando se tiene el cubo lleno, hay que echárselo al pez que hay a la derecha de la pantalla.

miércoles, noviembre 01, 2006

Barba Azul (y III)

Barba Azul es otro cuento de Charles Perrault (1628-1703) publicado en 1697. Podéis leer la traducción del cuento original aquí.

En el cuento original aparece con bastante importancia el personaje de la hermana de la protagonista, incluso se le da nombre: Ana.
Mientras Barba Azul anda persiguiendo a su mujer para matarla, Ana, la hermana de la protagonista, está vigilando para avisar de la llegada de sus hermanos. Ana ni tan siquiera intenta ayudar a su hermana, siendo ella una damisela en apuros y puesto que la "princesa" tiene que estar siempre en el torreón pidiendo ayuda.

Ana oteando el horizonteLa hermana Ana sólo ve el sol polvorear y la hierba verdear.

La gran importancia que se le da al nombre de la hermana posiblemente hace alusión a Santa Ana o a Ana de Austria (reina de Francia y madre de Luis XIV).

Perrault basa la moraleja en la curiosidad de la esposa que es la que crea todos los problemas. Sin embargo no analiza el pasado truculento y morboso de Barba Azul (que mantiene en una habitación de su mansión los cuerpos degollados de sus anteriores esposas). Tampoco habla el autor de lo reprochable de la violencia de género que es tan clara en este cuento.

Es posible que el personaje de ficción Barba Azul esté basado en el asesino en serie del siglo XV Gilles de Rais.